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No es necesario sufrir un trastorno afectivo para deprimirse, basta con vivir en Colombia. Este país enferma a cualquiera y no solo por la violencia, la inflación y los reality shows que repiten Caracol y RCN desde 2010, se trata más de una cotidianidad bizarra que deteriora la salud mental de cualquiera.

Aquí las cosas andan al revés, sin ningún patrón descifrable y eso no es sano para ninguno. La gente que se opone al aborto argumentando el respeto a la vida es la misma que quiere ver muertos a los homosexuales, los guerrilleros y a cualquiera que piense distinto. Y es normal, acá lo absurdo hace parte de un chiste nacional. Es como si viviéramos en un país al que lo único que le queda es burlarse de sí mismo, por eso Actualidad Panamericana tiene éxito, es el primer paso de la resignación: reírnos de nuestras propias desgracias.

Cada vez hay más gente que se refugia en lo primero que encuentra. En las drogas, en el yoga, en el crossfit, en grupos de ciclistas aficionados, en Instagram, en la Iglesia Católica, en un ukelele, en los centros comerciales, en Snapchat, cualquier cosa que sirva de escape a la realidad de este país se ha convertido en sinónimo de felicidad. ¿Quién vive con dignidad en un lugar en el que los hijos de narcotraficantes y paramilitares son elegidos por voto popular para garantizar el futuro de nuestros hijos? En las pasadas elecciones un tipo con el alias de Jhon Calzones fue elegido alcalde mientras estaba preso. No necesitamos más razones para comprar un tiquete a Europa con la esperanza de no tener que regresar.

Aquí hace rato nos vendieron la idea barata de que Colombia es una tierra sabrosa, de bacanería y felicidad. Que a pesar de que el sueldo no alcance para pagar el crédito del Icetex debemos llenarnos la cara de maizena y decir que como esto no hay nada igual. Pero la verdad es que nadie envidia un país sin trenes, con 14 millones de pobres y con 15 mil niños que mueren al año por problemas relacionados con la desnutrición. Mueren de hambre y no es culpa de las Farc.

No sé cómo hacen esos quienes suben autofotos en Facebook con un mensaje inspirador, repleto de amor y deseando buenas cosas. No sé de dónde sacan tanto coraje para ser felices, debe ser gente que nunca ha tenido que ir a una EPS.

Todo es muy difuso. Cada vez veo más personas dichosas en las redes sociales como si lo que nos llenara de alegría es que todo funcione mal.

@jimenezpress

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