Colombia da risa y no solo por las ironías de Actualidad Panamericana. Este es un país que se acostumbró a convertir las tragedias en carcajadas, por eso Julio Sánchez Cristo presenta las noticias de corrupción y violencia con algún vallenato de fondo, para que disfrutemos escuchar el informe de desempleo amenizado con la puya acordeonera de Silvestre Dangond –aquí la música tiene el poder de convertir cualquier pena en un asunto bailable-.

Pero esa es la gracia del humor, el punchline siempre lleva algo de absurdo que desbarata lo serio para darle gracia. Es como tener niños muriendo de hambre y gastar dinero en un plebiscito para preguntarle al pueblo si quiere paz o continuar con la guerra. Es humor puro, del negro, del colombiano. Pasa acá porque este país más que de pobreza está lleno de ironía.

Superamos sin esfuerzo la ficción. Fácil uno encuentra en la prensa que el comandante de la Policía Antinarcóticos Nestor Maestre Ponce fue condenado por narcotráfico. Así nada más. No hay que explicar. Todo termina mostrándose como un chasco más. Como el chiste del congresista que ganaba $21 millones y no le alcanzaba para la gasolina del carro. Colombia nos da risa porque queremos ser el país más feliz del mundo.

Nos curamos rápido de la indignación porque termina en Sábados Felices. El país que odiamos es el mismo que nos alegra la vida. Solo es cuestión de recordar al ex presiente que tiene 300 hombres encargados de su seguridad y ante cualquier amenaza de peligro se toman medidas para salvar al héroe de la patria.  En cambio olvidamos a Diana Ximena Castañeda, quien sobrevivió a 95 puñaladas y denunció a sus atacantes –quienes luego la descuartizaron-. El gobierno no le regaló ni un silbato para salvar su vida. Otra ironía cruel, a una mujer en peligro la ignoran y a un hombre peligroso lo custodian.

Todo es una burla más en Colombia, somos una broma pesada.

 

@jimenezpress