(Esta travesía no podría hacerse sin el patrocinio de Gótica Eventos, Blast Premium y Hanna Estetics, Bogotá)
Favor hacer las donaciones para los niños con cáncer en la cuenta de ahorro exclusiva para Brasil en dos ruedas, número 0483124605-2 de Bancolombia a nombre de OPNICER (Organización de padres de niños con cáncer, Nit: 830091601-7). Con estas donaciones usted está ayudando a un niño enfermo de cáncer a tener una posibilidad de vivir.
Nota al lector: Esto no es ni una guía turística ni un manual de viajero.
El viento golpea el vidrio una y otra vez produciendo un sonido prolongado, una especie de lamento fatídico que resuena contra las paredes del local. Aún no es de noche pero los nubarrones extendidos bajo el cielo parecen haber terminado adelantando el ocaso. Un frío inusitado se cuela por mi piel incrustándose en mis músculos. Soy la única persona en aquel sitio, a excepción de una señora que compra un paquete de cigarrillos que la tendera saca de una vitrina.
– Esto pasa cuando una columna de viento que viene del sur se encuentra con una cálida que bajaba del norte. Es mejor que se apure si no quiere mojarse – oigo que le dice.
Sus palabras aparecen en la pantalla como emisarias justicieras que me indican que aún está molesta conmigo. “Ese cuento de la brasilera en el hostal de Buenos Aires me tiene enferma” leo al tiempo en que la mujer abre la puerta para salir y algunos papeles se vuelan del mostrador con la ráfaga. Le escribo que yo también me siento igual hacia ella, que lo he recordado todo. ¿Por qué le escribes eso? Porque es lo que siento, debo dejarlo salir. Sabes que la puede destruir. Lo sé, pero debo hacerlo. ´Tatiana is typing a message´ leo en el borde interior del rectángulo antes de que aparezca la siguiente frase: ¿Por qué me haces esto? // Porque es lo que siento // ¿Qué sientes? // Que tu me hiciste mucho daño // No quiero que sientas eso // No puedo evitarlo // ¿Tienes un teléfono al que te pueda llamar?
Camino hasta la tendera y le pregunto si puedo recibir una llamada. Me dice que sí pero que no me demore. Me da el número; lo envío por el Chat. Una tormenta se desata afuera donde las ramas de los árboles se mecen con violencia de un lado a otro. Las gotas caen sobre el pavimento con rabia partiéndose en mil pedazos. El teléfono timbra.
– Alo.
– Hola. ¿Cómo vas?
– No muy bien.
– Me has hecho mucha falta.
– Tú a mí.
– ¿Por qué andas pensando esas cosas tan feas?
-No sé, las cargo conmigo a donde voy.
– ¿Porqué no las metes en una bolsa y les prendes candela?
Un hombre abre la puerta y la entrada se salpica por completo. Sacude su cuerpo empapado y quita el pelo de su cara. Saluda a la tendera con un beso y camina hacia mi, poniendo unas cajas mojadas sobre el escritorio. Me mira con desagrado y dice: ¡Flavia! En cualquier momento nos puede entrar una llamada – ella me mira.
– Yo te adoro.
– Y yo a ti, sólo que todo lo que pasó me hizo mucho daño.
– Yo sé, pero déjalo ir.
Vuelvo al computador en donde reviso mi correo. Tengo un mensaje de Luis Evelio García que me dice que unas amigas colombianas de él van a llegar el sábado y que le gustaría saber si yo voy a estar en Florianópolis para esa fecha, pues quiere organizar un “asado colombiano”. Le respondo diciendo que no estoy seguro que esté allá pues quiero aprovechar mi estadía en ´Praia do Rosa´ para escribir.
Flavia me dice que está a punto de cerrar cuando el reloj se acerca a las ocho de la noche. Me despido de Tatiana en el Chat: Me encantó hablar contigo // a mi también, ya me siento más tranquilo.
Salgo a la calle. Un olor a vegetación mojada y humedad invade el ambiente. No llueve pero el hemisferio esta cubierto de nubes que la luna delata. Camino hacia el hostal en donde me como un ´prato feito´ por 6 reales y vuelvo en la oscuridad de la noche por la carretera destapada, en la que me topo a un búho de plumas cafés sobre el poste de un alambrado. Sus grandes ojos amarillos circundan sus pupilas como anillos dorados, captando cada uno de mis movimientos con un milimétrico sentido que lo induce a alzar el vuelo cuando estoy cerca. Llego a la cabaña y cierro la puerta tras de mi.
Bueno, por lo menos ya te sientes más tranquilo. ¿Estás loco? Ahora estoy peor. Pero si hablar con ella alivió tu espíritu. O empeoró el mal; no te das cuenta de que sigo perdido en este laberinto sin encontrar la salida. El laberinto está en tu cabeza, tu mismo te lo inventaste. Lo que es aún peor; los peores demonios del hombre están adentro de ellos mismos, actúan como enemigos invisibles que te pueden llevar a la muerte. Estás filosofando de nuevo. ¿Qué quieres que haga? Sabes que vivo una incertidumbre que me atormenta un instante tras otro, que aquellos dos dragones habitan en mí y que la muerte de uno de ellos también es la muerte de algo propio. ¿Sabes lo que es perder con la cara y perder con el sello? Eso no es nada nuevo, cualquier decisión es así, ganas algunas cosas y pierdes otras, es la vida de todo el mundo. Sí, con la diferencia de que aquí pierdo a la mujer que amo o la vida de artista con la que tanto he soñado.
Tomo un vaso de agua y me cepillo los dientes. Apago la luz y entro en la caliente cama que el ventilador no refresca. Su ruido asfixia el silencio de la noche. Doy vueltas hacia un lado y hacia el otro en medio de una oscuridad que lo consume todo. Mi cuerpo suda. Su voz me viene como un eco que retumba en mi cabeza. Su dulzura me martilla recordando lo que pierdo. Quiero darle cabezazos a la pared, terminar con esta agonía que me agobia y exprime la energía que me habita. Al cabo del tiempo sucumbo.
Eres un pusilánime. ¿Vas a dejar que otros tomen las decisiones por ti? Si fueras un hombre fuerte estarías en otro lado, habrías echo dinero, lo tendrías todo. ¡Déjame en paz! ¡Maldito seas! Esa siempre es la salida fácil, alejarse del problema para no tener la responsabilidad de la decisión. ¿Vas a dejar que te roben tus sueños? ¿Qué degraden tu sacrificio, los años que le has invertido a esto? La quiero. Hablas como un mariquita; de cuando acá te has vuelto un blandengue, un sentimentaloide que se deja moldear por las circunstancias. Soy artista, cargo una terrible esclavitud. Sí, pero ya no es tiempo de volver, quemaste las naves.
No le hagas caso, sólo te dice eso porque sabe que perdió territorio, que lo que te plantea es insensato y que la lógica empieza a primar: volver al lado de la mujer amada y llevar una vida normal.
¡Dragones de mierda! ¡Déjenme en paz! ¡Malditos!
Esta historia queda en continuará…, porque el mundo es mejor verlo con los propios ojos que por el Discovery Channel. (Las publicaciones se harán los martes aunque su periodicidad no puede garantizarse dada la naturaleza del viaje. Espere los jueves reportajes gráficos). Para ver más fotos del viaje diríjase a las páginas www.eduardobecharanavratilova.blogspot.com y www.brasilendosruedas.blogspot.com Agradecemos a los siguientes colaboradores: Embajada brasilera en Colombia, Ibraco (Instituto cultural de Brasil en Colombia), Casa editorial El Tiempo, eltiempo.com, Avianca, Jugos Blast, Gimnasio Sports Gym y la revista Go “Guía del ocio”.