El profesor Gustavo Moncayo estuvo en Filadelfia en compañía de la ex-senadora de la República Consuelo González, liberada el 10 de enero de 2008, luego de seis años y medio de cautiverio en la selva. Los dos andan en los Estados Unidos en una gira internacional que promueve la zona de despeje de Florida y Pradera a fin de conseguir la liberación de su hijo y de todos los secuestrados por medio de un intercambio humanitario con las FARC.

 

Escuchando al Profesor hablar con lágrimas en los ojos, recordé la historia del Coronel José Moscardó Ituarte, quien luchó en la guerra civil española en las filas del ejército revolucionario de Franco. Sostuvo el Alcazar de Toledo, por más de setenta días, en cuyo lapso las fuerzas Republicanas lo cercaron, sometiéndolo a bombardeos incesantes. Ante la defensa valerosa, los Republicanos optaron por una opción desesperada. Secuestrar a Luis Moscardó, el hijo del Coronel, y exigirle intercambiar el Alcazar por la vida de su hijo. El Coronel pidió hablar con Luis. Cuando lo tuvo al teléfono, le dijo que encomendara su alma a Dios y muriera como un patriota gritando ¡Viva Cristo Rey, viva la Patria!

 

Si bien Luis Moscardó no fue ejecutado en el acto, como algunas fuentes históricas lo han tergiversado, sino un mes después, el Coronel pasó a la historia como un hombre que antecede el amor de su país por encima de cualquier circunstancia. La defensa del Alcázar fue considerada como símbolo de heroísmo en la España de Franco, y el Coronel se erigió como ícono de valentía.

 

Los relatos de profesor y ex-senadora son desgarradores. Nadie le desea ni a su peor enemigo pasar por el dolor que produce tener a un familiar secuestrado o ser víctima de un secuestro. La tragedia humanitaria en Colombia es de proporciones escandalosas y aunque ningún colombiano se salva de haber sentido el conflicto en una mayor o menor medida, hay algunos a los que les quema la piel.

 

El Profesor contó la sucesión de eventos que lo han llevado a emprender esta gira internacional, empezando por la noticia que recibió el 21 de diciembre de 1997 cuando la guerrilla se tomó la casa de comunicaciones del ejército en Patascoy y su hijo fue secuestrado. Supo que estaba con vida tres meses después, por voz de Juan Gosain, quien por la radio nacional indicaba que el cabo Pablo Emilio Moncayo, le dirigía una carta a su madre. El periodista la resaltó, al ser la única comunicación positiva de dieciocho militares secuestrados. El cabo señalaba entre otras cosas, haber vivido más aventuras que Indiana Jones.

 

Los casi once años en los que su hijo ha estado en cautiverio han sido para el Profesor y su familia, «estar secuestrados también». A su esposa se le reventaron ambos tímpanos por dormir con el radio en la oreja esperando noticias de su hijo. En todo ese tiempo, jamás han logrado un descanso de espíritu, al punto en que hay un plato en el puesto que Pablo Emilio ocupaba en la mesa.

 

En su intensión de lograr un cese al fuego en el conflicto armado y así la liberación de su hijo, se propuso caminar cientos de kilómetros desde su natal Sandoná hasta Bogotá, para exigirle al presidente Álvaro Uribe convenir en la zona de despeje. Confesó haberle dicho a Uribe que le «besaría los pies», con tal de que accediera, pero al encontrar una negativa viajó a Europa y luego caminó desde Bogotá a Caracas para pedirle a Hugo Chávez que intercediera por él. El presidente venezolano le dio la llave de la ciudad y aprovechó la oportunidad para arremeter contra el gobierno colombiano a quién había declarado su enemigo.

 

El profesor aún guarda la convicción de que se logre el despeje y ahí se pueda dar un intercambio humanitario en el que su hijo recobre la libertad. Hay quienes lo consideran un abanderado del cese al fuego, al punto en que es conocido como «el caminante de la paz», pero hay otros que lo consideran un traidor, un «vende-patria», como él mismo lo indicó.

 

No hay duda de que su hijo aparenta ser un joven destacado. No podría exigírsele actuar como lo hizo el Coronel Moscardó. Al fin y al cabo el Coronel era el militar y en éste caso el militar es el hijo y no el padre. Tener a un hijo secuestrado tiene que producir el dolor más agudo en el universo, no hay duda de ello, pero contrario al proceder del Coronel Moscardó, el del Profesor Moncayo ha sido demostrativo de un hombre cuya pasión desbordante, pone la vida de su hijo por delante de su país.

 

La pasión del Profesor lo llevaría a caminar el mundo entero si fuera necesario, con tal de tener a su hijo de vuelta. Esa misma pasión ha terminado por nublarle la vista. Por eso se encuentra solo en su tragedia, pues la gente entiende que un «vende-patria» es alguien opuesto a un patriota, alguien capaz de sacrificar su nación o vender su alma al diablo, con tal de conseguir su deseo.

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