Al término de la Segunda Guerra Mundial el planeta vio enfrentadas a las dos súper potencias del momento, los Estados Unidos y la Unión Soviética. Luego de cuatro décadas de Guerra Fría en las que el orbe estuvo al borde de una guerra nuclear, llegó la Perestroika de la mano de Mijail Gorbachov, cayó el muro de Berlín los países de la Cortina de Hierro eligieron gobiernos democráticos y el mundo se preparó para una era de paz mundial.
A pesar de la aparente estabilidad política que se presagiaba en los noventas, con la presencia de los Estados Unidos coronado como la única súper potencia del mundo, llegó el primer anuncio de que no todo era idílico. Irak invadió Kuwait el 2 de agosto de 1990 y los Estados Unidos al mando del George Bush recuperaron Kuwait e invadieron Irak a principios de 1991. La avanzada de las tropas de la coalición se hallaba a tan sólo 150 kilómetros de Bagdad cuando se les dio la orden de dar media vuelta.
El resto de la historia es ampliamente conocida: Al Qaeda dirigió el atentado del once de septiembre de 2001 en territorio estadounidense, cambiando el orden mundial para siempre. Con el derrumbe de las torres gemelas, los Estados Unidos sintieron por primera vez en carne propia las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Los grupos fundamentalistas musulmanes alertaron al orbe de que hablan en serio cuando se refieren al Jihad (la guerra santa). Como resultado, George W. Bush declaró la guerra contra el terrorismo invadiendo Afganistán con el apoyo de la ONU y la coalición de aliados europeos y árabes, pero jamás dio con el paradero de Osama Bin Laden.
En el 2003, aún alentados por el impacto del once de septiembre, los Estados Unidos con el apoyo del Reino Unido, Australia, Dinamarca y algunos países de la ex-cortina de Hierro, invadieron Irak bajo el supuesto de desarmarla de sus armas de destrucción masiva. Esta segunda invasión significó para muchos el inicio de una era distinta, un periodo enrarecido en el que los Estados Unidos se lanzaron como una potencia imperialista, en vista de que no contaban con el visto bueno de la ONU. Para otros, George W. Bush lo hizo considerando sus intereses personales y la necesidad del petróleo enmascarado en un policía apócrifo del mundo. Un tercer grupo considera que la ofensiva fue legítima, dado que Estados Unidos debe protegerse y desarmar a grupos fundamentalistas que puedan realizar un futuro atentado nuclear en su territorio.
El odio de los musulmanes por occidente está exacerbado. Las guerras recurrentes entre el pueblo judío y el mundo musulmán, sumado al apoyo incondicional de los Estados Unidos a Israel y sus recientes guerras en territorios de Oriente Medio, han polarizado el conflicto. Decir que la problemática nació para nuestra época moderna, cuando la ONU aprobó en 1947 la resolución que creaba al Estado de Israel ordenando la partición de Palestina en dos estados, uno judío y uno árabe, es súper simplificar un conflicto que data de hace tres mil años, cuando los descendientes de Abraham y Jacob conquistaron Jericó y Canaán.
Es necesario tener otros factores en cuenta. El Islam ha intentado en repetidas ocasiones expandir su religión por el mundo. De esa forma se hizo célebre Blad Tepes, Dracul, El Dragón, mejor conocido como «El Conde Drácula» o el empalador, quien impidió la invasión del imperio Otomano a Europa, matando y empalando a la vera del camino a los invasores a fin de escarmentarlos y disuadir futuros intentos. Ahora, claro, occidente tiene en su historia: las cruzadas, la inquisición, la conquista de América y las colonias. Las enciclopedias están llenas de acontecimientos en los que el Islam ha chocado con occidente y occidente ha chocado con otras culturas. Lo cierto es que en un mundo global como el de hoy, en el que hay armas de destrucción masiva, el conflicto se escala a un ámbito mundial.
La amenaza del Jihad es tangible. Los atentados en los trenes de Madrid y los buses de Londres en 2004 y 2005, respectivamente dejaron en claro que el conflicto no es sólo en contra de Israel ni de los Estados Unidos, sino en contra de cualquiera que no esté de acuerdo con los designios de Alá. Teniendo en cuenta éste fugaz recuento de la historia, vale la pena preguntarse: ¿a dónde apunta el nuevo orden mundial a menos de diez días de que Barak Obama, el primer presidente con ancestros musulmanes, se posesione como presidente de los Estados Unidos?
El cuatro de noviembre de 2008, todo fue alegría en las huestes del partido demócrata, en la mayoría de las ciudades de los Estados Unidos y en diversos países de un mundo que ansiaban un cambio y querían en la Casa Blanca a un hombre más ecuánime que George W. Bush. Obama, apuntaba y apunta a ser el hombre indicado para intentar bajarle el tono al conflicto. Su nexo con ambos mundos, su capacidad de escuchar, su figura joven e imagen de renovación marca el cambio de una era sombría a una más luminosa, aunque los problemas de política internacional que enfrenta son de marca mayor y datan de épocas ancestrales. ¿Podrá su inteligencia emocional, aire renovador y espíritu conciliador influir a que se aminore el problema?
Todos estos son interrogantes que hay que dejarle a la historia. Es evidente que la situación es de inestabilidad total. El inicio del año no es alentador. Empieza con el enfrentamiento armado entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. Irán amenaza con borrar del mapa a Israel, los Estados Unidos temen una amenaza de los grupos fundamentalistas, mientras que el mundo musulmán desconfía de los Estados Unidos y Occidente en general.
Jaled Misal, el líder de Hamas, dijo que Barack Obama comenzó mal y que están hartos de la doble moral de Occidente. Osama Bin Laden había manifestó en meses pasados, que Barack Obama no hace ninguna diferencia. Según expertos un ataque terrorista con una bomba atómica o un arma biológica sucederá en territorio estadounidense antes del 2013. El presidente electo de los Estados Unidos tendrá que enfrentar serios retos desde el principio de su mandato. ¿Qué vendrá? ¿Cuál será el nuevo orden mundial? ¿Podrá Obama hacer la diferencia y congraciar al mundo musulmán con el mundo occidental? Sería fantástico poder decir que sí. Por lo pronto es un libro abierto y lo que se vaticina no es alentador.