Cuando uno vive por fuera los pequeños recuerdos se vuelven importantes. Con frecuencia me veo en Bogotá al lado de papá y mis amigos. Montoya corría la Cart y nos hacía vibrar los domingos de carreras. Almorzábamos temprano para no perdernos un segundo. Nos sentábamos en torno a la TV y empezábamos a hacer conjeturas de cómo largaría su monoplaza.
– Va pasar a Hélio Castroneves en la primera curva así como siempre lo hace -, dijo Pali con los ojos fijos en la pantalla.
– Sí pero tiene que tener cuidado con Michael Andretti. Odia a Montoya, en la última carrera le botó el carro encima -, respondió el Negro Esguerra. Dario Franchitti era el contendor por el título.
– A mi lo que me encanta es que Montoya no le come a nadie -, comentó Pispe tomando un trago de ron.
– Sí, ojala hubiera más colombianos así, que no tienen miedo de salir a conquistar el mundo.
Payo, Pierre, Barro, Rajo, David, Novoa y Buenaventura tenían como plan obligado el de llegar a casa y ver la carrera de un colombiano que nos hacía sentir orgullosos. No había mayor placer que verlo envuelto en la bandera tricolor cuando ganaba una carrera y se dirigía al podio.
Diez años después ando aquí en Pocono viendo a un hombre que representaba todo lo que queríamos. Que el país fuera cuna de grandes científicos, intelectuales, artistas y deportistas que no le tienen miedo al triunfo. Él y Shakira eran los ejemplos a mostrar. La selección Colombia del ‘Pibe’ Valderrama, Rincón, Asprilla, Oscar Córdoba, Leonel, el Tren Valencia y Andrés Escobar, había dado señas de eso, auque todo se echó a perder en el mundial de 1994.
Ando sólo porque a mis amigos colombianos en ‘Philly’ no les interesa ver a éste Montoya, el hombre derrotado del que nadie habla. La estrella que se apagó.
Su bólido rojo con el signo de Target pasa frente a la tribuna y lo sigo con la mirada. Tiene un duelo con David Reutimann. En la siguiente vuelta adelanta dos carros. Le recorta distancia al número 1 de Martin Truex Jr., supera a un par de carros más, pero luego de unos giros empieza a quedarse de nuevo. Jimmie Johnson pasa al liderato y en corto tiempo le toma una ventaja de dos segundos a Gregg Biffle. Montoya entra a la curva de la Milla de Milwaukee y sale mal parado a la recta. Lo pasan algunos bólidos y desciende al puesto veinte.
Puede que siga viendo a Montoya por lo que represento. Puede que lo vea porque es un lazo que me une a un aspecto de mi pasado que me hacía feliz.
Biffle alcanza a Johnson y luego de unas vueltas lo pasa. Montoya empieza a rezagarse cada vez más. Como en Dover, parece estar corriendo sobre jabón. Sale mal parado de la curva en cada una de las vueltas. Ha perdido tanto rendimiento que los punteros se le asoman por detrás recortándole gran parte de las 2.5 millas del triangulo.
Todos pensamos que iba a mejorar con el Chevrolet, y de hecho lo ha hecho, aunque no es el de antes. Las familias en Colombia no adelantan un almuerzo para ver sus carreras.
Carl Edwards se apodera del primer lugar y algunos carros ingresan a ‘pits’. Los líderes entran en bandera verde hacia la vuelta cincuenta. Michael Waltrip hace un trompo entrando y sus mecánicos saltan hacia atrás para evitar ser atropellados.
– Que desastre -, dice Don moviendo su cabeza hacia los lados.
Montoya entra y sale. Calculo que debe ir en el puesto treinta. Joey Logano, amenaza con pasarlo. Luego de algunas vueltas lo supera. Edwards se acerca para tomarle vuelta por detrás. Lo pasa en la recta. No lo quiero decir, – pero con el antecedente de la semana pasada en Dover -, me siento haciéndole fuerza a un paquete. Biffle y Johnson lo pasan. Los veo girar por un buen tiempo sin mucha diferencia. Logano le amplia de forma paulatina la ventaja.
Debe ser el recuerdo. El recuerdo de una época fugada a la que me resisto a dejar. Las carreras eran una excusa para reunirnos.
‘Pits’ en seis vueltas -, dice Don mostrándome el número con sus dedos. Empieza la segunda tanda de parada en boxes. Johnson se acerca a Biffle y Don cierra los puños. Lo aviva cuando pasa por la recta.
Está bien, admito que las carreras eran importantes. Pero algo que nos hemos dado cuenta es que la emoción que generan es directamente proporcional al rendimiento del piloto al que le haces fuerza. Montoya llegó diciendo que no ganaría muchas en la Nascar, solo unas tres por temporada «ya que la categoría es muy competida». Hasta ahora ha ganado una en tres años. En la vuelta 83 el locutor menciona que el piloto colombiano va de treinta y uno, aunque el nuevo juego de llantas y la entrada a ‘pits’ le han servido porque se ha nivelado al paso de los líderes.
Don se inclina y me dice: – Jimmie está teniendo problemas para sostener el ritmo. Edwards hace su tercera parada consecutiva en bandera verde, lo mismo que Johnson. El narrador dice por los parlantes que la primera mitad de carrera se ha ido en tiempo record debido a las pocas interrupciones. Poco después sacan una bandera amarilla por suciedad en la pista.
Don refunfuña por la mala suerte de su piloto. – En Dober le pasó lo mismo, entró a ‘pits’ antes de que sacaran una amarilla, pero al final se recuperó y terminó ganando la carrera -, comenta fijando la mirada sobre el horizonte.
Los carros entran a ‘pits’ a excepción de Logano, David Stremme, Jeff Burton y Montoya, quienes tienen vuelta perdida. Giran detrás del ‘pace car’ hasta que los líderes conectan por detrás. El coche de seguridad los deja pasar y aceleran por la curva a toda. Recorren raudos el triángulo y conectan con el grupo al final de la fila.
– Van a dar una vuelta después de que se largue la carrera y entran a ‘pits’ -, dice Don atento a la información que escucha en sus audífonos.
– Eso no suena muy lógico. ¿O sí?
– En estas carreras juega mucho la estrategia. Si entran a ‘pits’ y logran salir antes de que los demás den la vuelta, es lógico.
La bandera verde ondea y los carros aceleran por la recta, le dan la vuelta al triangulo y cuando vuelven, Logano, Burton, Montoya y Stremme se enfilan por la línea de ‘pits’. Montoya es el penúltimo de los cuatro en entrar pero el primero en salir. Los veo apurarse hacia la salida de ‘pits’ mientras los líderes recorren la curva de la Milla de Milwaukee y salen a la recta. Montoya, Logano, Burton y Stremme, van trescientos metros adelante confirmando el éxito de la estrategia. Le dan la vuelta al triángulo con el colombiano en punta corriendo a un buen paso. Su carro luce estable entrando a la recta. Pasan produciendo un estruendo y algunos segundos después lo hace Carl Edwards liderando la carrera. Los cuatro bólidos se mantienen estables durante algunas vueltas. Los líderes no parecen recortarles distancia. Poco después ondea la bandera amarilla.
– Suciedad en la pista -, dice Don.
El ‘pace car’ se sitúa delante del líder y Montoya, Logano, Burton y Stremme, dan un giro rápido ubicándose al final del grupo.
– Ves que la estrategia fue buena. Recuperaron la vuelta -, dice Don.
Los carros entran a ‘pits’. Logano sale delante de Montoya esta vez. Johnson va de veinticuatro. Montoya de veintiocho.
– Si llueve viene de allá -, indica Don señalando una nube negra. – El pronóstico del tiempo dice que a las cinco lloverá.
La carrera se relanza faltando ochenta y tres vueltas. Los carros aceleran por la recta al rugir de sus motores.
Matt Kenseth pasa a Edwards arrebatándole la punta, Tony Stewart va de tercero y Mark Martin de cuarto. En el siguiente giro Edwards recupera el liderato, Johnson adelanta algunos carros y Montoya pasa a Logano. Algunas vueltas después Johnson va de noveno. Montoya de veintidós. El piloto bogotano pasa al carro 43 de su excompañero de equipo Reed Sorenson y se pone detrás del carro 24 de Jeff Gordon. Lo supera. Johnson adelanta al 00 de David Reutimann, ubicándose sexto. Kurt Bush entra a ‘pits’ con su bólido echando vapor por el capó. Montoya pasa al 5 de Mark Martin, Johnson adelanta al Toyota 83 de Brian Vickers. El toro de Redbull aparece pintado a los lados del carro. Gordon desacelera y entra a ‘pits’. Don lo señala con el dedo. – Acaba de decir por radio que su carro está hecho una mierda -. El cielo empieza a oscurecerse.
De un momento a otro la carrera se ha puesto interesante. Los bólidos siguen girando. El colombiano parece continuar al ritmo de los punteros y por fin me siento aliviado. Quiero verlo avanzar, adelantar contendores de forma osada como lo veía por TV en Bogotá.
– Montoya es un berraco -, era una frase frecuente. Siempre imponía su monoplaza sobre Paul Tracy, Gil de Ferran, Christian Fittipaldi, Max Papis, Tony Kannan, Cristiano da Matta, Patrick Carpentier.
Hoy en día Pali, Pierre y David viven en Toronto, Payo en Montreal, Pispe en Miami, Novoa en Buenos Aires y Arjona en Madrid. Sólo El Negro y Buenaventura quedan en Bogotá.
Espere pronto la crónica Pocono 500 – Parte IV – Por: Eduardo Bechara Navratilova
Lea Pocono 500 – Parte I y II en: www.eltiempo.com/
Vea fotos en: www.eduardobecharanavratilova.
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