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El cielo de Bogotá está despejado a diferencia del partido pasado. Un helicóptero le da varias vueltas al estadio Nemesio Camacho “El Campín”, captando con una cámara de T.V. el ambiente festivo del público. Hombres y mujeres con la camisa de la selección Colombia y las caras pintadas, esperan la salida de los equipos. Algunos toman fotos y otros soplan sus “vuvuzelas” escandalosas.

—Leí que generan casi los mismos decibeles que una turbina de avión. Están prohibidas en algunos países.

—Sí, hacen un ruido muy arrecho —responde Germán “El Cuca” Aceros.

—Son oriundas de África, pero las han ido popularizando en el mundo entero luego del mundial Suráfrica 2010.

—Mira, allá está “El Cole” —me señala el tío Omar de cara a la tribuna occidental norte, en donde el famoso hincha que se disfraza de pájaro, blande sus alas en apoyo a la selección Colombia.

Saco una copia de mi novela “Unos duermen, otros no” y le escribo a “El Cuca” una dedicatoria en la que le manifiesto mi admiración ya que a punta de trabajo y sacrificio, logró ser una de las glorias del fútbol colombiano por encima de sus circunstancias familiares. Se la regalo y me da un par de palmadas en señal de agradecimiento.

—¿Por qué te apodaron “Cuca”?

—Por la galleta: la cuca. Mi mamá tenía una fábrica de cucas.

El locutor presenta a los jugadores de Colombia y la gente aplaude. Soplan sus “vuvuzelas” entre un nombre y otro. La tribuna taconea en el piso y se inicia la ola. “El Cole” se balancea sobre la baranda. El locutor presenta a los jugadores de Malí y la gente rechifla.

—Uno puede analizar mucho mejor el partido desde aquí que desde la T.V. porque puede ver el movimiento de los jugadores en la cancha. En la T.V. la trasmisión muestra las jugadas con el balón, pero no es posible ver cómo se paran los futbolistas en la cancha —comenta “El Cuca”.

Los equipos salen bajo una valla que publicita al Mundial Sub – 20 Colombia 2011. Caminan en fila bajo el sonido de las “vuvuzelas” y las serpentinas blancas que algunas personas del público lanzan a la cancha. El cielo se llena de estruendos que los fuegos pirotécnicos producen al reventar y formar destellos rojos contra el telón oscuro. Colombia luce su uniforme tradicional, Malí viste camiseta, pantaloneta y medias blancas. Escuchamos el himno de Malí y entonamos el de Colombia. Acabamos las últimas estrofas y las “vuvuzelas” suenan a rabiar. Los jugadores de ambos equipos se dan la mano y corren a los diferentes lugares dentro del terreno de juego. Algunos aprovechan para hacer los últimos estiramientos y saltan en sus puestos.

—“Cuca”, cuál es tu pronóstico para el partido.

—Colombia gana —asiente con la cabeza—, a no ser de que Malí le meta un gol de entrada o un penalti. De lo contrario Colombia debe ganar, es mejor equipo.

—Hay unos jugadores de Malí que son gigantes —comenta el tío—. Son mucho más altos y grandes que los de Colombia.

—¡Colombia! ¡Colombia! ¡Colombia! —grita el estadio.

El árbitro sopla su silbato y Colombia saca. La gente aplaude el inicio del partido. James Rodríguez se la da a Michael Ortega, este la retrasa para Juan David Cabezas y Colombia pierde la bola. Diakite hace un mal pase y Colombia la recupera. Doumbia le comete faul a Ortega. Colombia saca corto y vuelve a perder la bola. Malí intenta atacar pero Didier Moreno corta el avance. Los cinco primeros minutos se van en cortes, patadas y faltas.

—El juego comenzó muy desordenado —dice “El Cuca” —. Los equipos no se han acomodado, hacen malas entregas y la paran mal.

Sylla le comete faul a Luis Fernando Muriel y la tribuna lo chifla. Colombia saca y pierde la bola. Malí ataca de forma errática. Jeison Murillo corta el avance pero la entrega mal. Malí ataca de nuevo, la pierde. Colombia intenta un ataque y Sylla comete un nuevo faul. Cobran en corto y Malí corta el avance.

—Está “jartongo” el partido —dice el tío.

—¡Colombia! ¡Colombia! ¡Colombia!

—¿Cómo ves el comienzo del juego? —le pregunto a “El Cuca”.

—El planteamiento es muy diferente al que se hizo contra Francia. Eso siempre depende del contendor. En este partido Colombia está esperando a Malí. Los africanos son los que tienen que ir a buscar el juego ya que perdieron contra Korea —dice de cara a otro faul que comete Malí—. Colombia siempre enfrenta a los grandes como grande y se enreda con los equipos sin historia. De todos modos no hay que desesperarse.

Colombia ataca por izquierda. A. Konate le comete una falta a Adolfo “El Trencito” Valencia. Ortega cobra el tiro libre. Sy atrapa la bola con las manos y controla el centro exponiendo su atuendo de camiseta, pantaloneta y medias lila. Colombia ataca por derecha. M. Konate le hace un faul a Luis Fernando Muriel. Ortega cobra de nuevo y el centro se pasea frente a los jugadores. Sylla la rechaza de forma torpe y Colulibaby la patea hacia el terreno colombiano. Pedro Franco, se la da a Juan David Cabezas, este hace un pase que alcanza a cortar el medio campo africano.

—Aparte de las malas entregas, los jugadores de ninguno de los dos equipos se saben parar en la cancha —comenta “El Cuca”.

Ortega se la pasa a Muriel, el delantero dribla al defensa y saca un tiro desde fuera del área. La bola dibuja una parábola rápida. Sy se lanza estirando su cuerpo por el aire y la atrapa. Saca largo. Colombia recupera la bola, la sube al medio campo. Santiago Arias hace un cambio de frente que James para bien. Se la pasa a “El Trencito” Valencia. El delantero la impacta con fuerza. Sy la salva con el antebrazo. Ortega entra desde atrás, hace una tijereta en el aire e impacta la bola con pierna derecha. El balón pica en la grama, se eleva y pasa besando el travesaño. La tribuna produce un rugido y suenan las “vuvuzelas”.

—Se calentaron un poco.

—Van quince minutos. Colombia ya entró en las acciones de juego y empieza a desplegar su juego —responde “El Cuca”.

Traore le hace una falta a Muriel y el árbitro le muestra amarilla. El público lo abuchea. “El Cole” sigue batiendo sus alas en occidental, los hinchas alientan a Colombia. Las personas golpean el piso con sus zapatos y se levantan con los brazos en alto al paso de la ola. Ortega se la da a James, el 10 de Colombia le hace un pase al vacío a Muriel. El delantero toma la bola y  hace una finta con la cintura. Amaga que va hacia la izquierda pero sale por la derecha y dribla a M. Konate, pica con potencia por la raya derecha y lanza un nuevo disparo que por poco cuelga a Sy.

—Qué buen jugador —dice “El tío”—. Es incisivo, baja a recuperar la pelota, gambetea bien, dispara con ambas pierna.

—Tiene la picardía costeña —respondo.

Muriel se le muestra a Ortega, pica por la derecha, le corre al pase y saca un derechazo cruzado que pasa a pocos centímetros del vertical de Sy. Colombia empieza a tomar los hilos del partido, hace pases certeros como en el partido contra Francia y cambia de ritmos.

—Lo que destacó al equipo contra Francia es que hizo los goles cuando tuvo las oportunidades.

—Claro, metió cuatro de las seis o siete opciones que generó —responde “El Cuca”.

Sy saca largo y la defensa colombiana recupera el balón. Franco se la pasa a Quiñones y Touré la envía al saque de banda. Arias repone la bola hacia adelante. Moreno la para con el pie derecho, se voltea sin perder tiempo, Ortega se le muestra, controla la bola y da unos pasos hacia adelante. “El Trencito” le pica por en medio de Traore y M. Konate, Ortega lanza un globito, el delantero corre a buscar la bola al borde del área. Sy sale achicando el ángulo de tiro, da un salto con los brazos extendidos para verse más grande, “El trencito” se la pica al costado izquierdo, lo elude, corre al punto penal —el arco está vacío—, Sylla hace un esfuerzo por cubrirlo, el colombiano lanza un disparo con pierna derecha, el defensa la bloquea, la bola pica en la grama, le queda de nuevo a “El Trencito”. El delantero dispara al otro costado con pierna derecha.

¡Gooooollllllllll!

Nos paramos del asiento y saltamos. Me abrazo con mi tío. La gente levanta sus manos en el aire, cierra los puños, toman fotos, algunos se persignan y miran el cielo. Vemos la repetición en la pantalla, la celebración de “El Trencito” corriendo hasta el tiro de esquina con los brazos abiertos, la forma en que se arrodilla frente a la tribuna. Ortega, Quiñones, James y Muriel llegan a abrazarlo.

—La cuchareó perfecto. Fue un pase del putas.

—Sí, milimétrico —responde el tío.

—Ya con esto se abre Malí —añade “El Cuca”—. Colombia puede meter más goles de contragolpe.

Malí saca de la mitad del campó, teje una jugada. Arias la recupera y se la pasa a Moreno, este se la da a James, el 10 se la rota a Ortega, Ortega se la devuelve. Colombia maneja mejor los tiempos. Empieza a jugar con el desespero de Malí, hasta que el equipo africano roba un balón. Doumbia se la pasa a Touré, este hace un pase de profundidad a Diallo y el delantero saca un zapatazo desde afuera del área que controla Bonilla.

Colombia sale jugando con Murillo, este se la da a Héctor Quiñones, el mediocampista la toca con Cabezas, Cabezas se la pasa a James, este a ortega, Ortega levanta la cabeza y la toca con “El Trencito”. El delantero la devuelve, Ortega la toca con James de nuevo. Los jugadores la rotan en el medio hasta que James cambia de ritmo, lanza un pase al vacío y se la pone de profundidad a Muriel. El delantero le alcanza a llegar pero es desarmado por M. Konate.

—Colombia empezó a hacer unos pases del putas —dice el tío.

—Si la está tocando de forma refinada, exhibiendo pases cortos mezclados con pases largos y cambios de frente.

—¡James! ¡James! ¡James! —grita la gente.

La tribuna vibra de nuevo y se forma la ola en occidental. Le da la vuelta a las graderías de norte, la gente se levanta a su paso y sigue por oriental. Los aficionados sonríen y toman fotos. La alegría del público es desbordante. La ola le da un nuevo giro al estadio. El ambiente que se respira es de fiesta, los ánimos están por las nubes y el público bogotano siente la buena vibra a flor de piel.

—La ola es para cuando uno va ganando por tres goles de diferencia o más —le digo a “El Cuca” —, aún está muy temprano para celebrar de forma eufórica.

—Sí, vamos uno a cero apenas.

—Colombia no se puede descuidar. No hay que caer en triunfalismos.

—Yo siempre he insistido en eso. Es distinto si uno maneja los espacios y los tiempos así como lo hace el Barcelona. Colombia hoy no ha jugado bien, hizo el gol y ya.

Quiñones hace un pase equivocado y Malí contragolpea. Franco corretea a K. Coulibaly, le saca la bola, Arias la pelea con Diallo, logra ganarla. Se la pasa a Quiñones. Diakite le hace un faul que el árbitro no pita. A. Konate logra quedarse con el balón pero Murillo lo cierra, lanza un centro que el defensa bloquea. La bola queda rebotando entre el enredo de piernas. Colombia la gana. James le hace un pase a Quiñones y Sylla lo traba. El árbitro pita la falta. Colombia saca. La pierde. Doumbia le hace un pase a K. Coulibaly. El delantero africano se perfila y Franco lo toma de la camiseta. El árbitro pita. Malí cobra de forma errática. Colombia la recupera. James le hace un pase a “El trencito”. A. Konate lo cruza y el delantero sale a bolar. Colombia cobra rápido en corto. Lanza un centro que Traore recupera. Malí sale jugando. Cabezas le entra por atrás a Touré y el árbitro pita una nueva falta.

—¡Mierda! Qué partido tan antiestético.

—Sí, Malí es sucio, comete faltas, juega sin elegancia, todo es a la brava —responde “El Cuca”. —La ola vuelve a formarse—. Este partido está demasiado folclórico. Hay que guardar las proporciones y tomarse las cosas un poco más en serio. Parece una recocha —dice de cara a la ola que se acerca de nuevo.

 —Ese folclorismo es el reflejo del país. No estoy muy seguro que beneficie a los jugadores. La atención del público se disipa y los desconcentra, ¿no es cierto?

—Claro hay mucho ruido y la concentración se pierde.

Malí cobra un tiro libre que rebota en la barrera. Colombia sale jugando. Muriel ataca por la punta derecha. M. Konate lo traba con un puntapié al tobillo. El árbitro pita la falta, reconviene al defensa africano y la tribuna lo chifla. Colombia saca en corto. Ortega se la da a James. El jugador del FC Porto pisa la bola, levanta la cabeza y le pone un pase a “El Trencito”. Sylla lo intercepta. Malí sale jugando, arma una jugada en el medio campo y Doumbia pone un pase de profundidad. Diallo pica por la punta derecha, arrastra la marca de Murillo, el colombiano lo sigue hasta la línea del área y lo toma de la camiseta. El árbitro sopla su silbato y camina hasta el borde del área. El juez de línea lo llama y la tribuna lo chifla.

—¡Penalti! Va a pitar penalti —dice el tío.

Volteamos la cabeza para ver la repetición en la pantalla pero la FIFA la quita. El árbitro debate la jugada con el juez de línea, algunos hinchas se toman la cabeza, otros maldicen. El árbitro camina de vuelta y se para al borde del área como lo había hecho al principio.

 —Al fin no lo cobró —comenta “El Cuca”.

Colulibaly cobra el tiro libre chanfleado. La bola hace una parábola al ángulo de la portería y termina en las manos de Bonilla. El arquero Colombiano sale jugando con Arias.

—“¿Cuca, qué opinas de las ayudas técnicas en el fútbol?”.

—La FIFA no las quiere porque se jugaría mucho con la tecnología.

—Le darían más veracidad al juego.

—Claro, pero ellos la rechazan. Por lo menos Joseph Blatter, y él manda. En el mundo hay dos multinacionales que nadie puede tocar. El Vaticano y la FIFA. Ambas son celosas. El Vaticano esconde sus secretos. No quiere que se sepa que los curas tienen sexo y otras cosas por el estilo. Ambas toman decisiones de forma unilateral. Muchas de ellas van en contra de lo que quiere la gente.

—Son dictatoriales —añado de cara a una nueva falta que un jugador de Malí le comete a James. Cobran en corto. Quiñones ataca la jugada y Doumbia la lucha yéndose encima del Colombiano. Ambos caen al piso.

—Los de Malí son torpes y burdos. Carecen de elasticidad, no tienen elegancia ni picardía —dice con los ojos puestos en un nuevo enredo que se forma en la mitad de la cancha—. Los latinoamericanos son ricos en eso. La cultura del baile les ayuda a ir desarrollando jugadas que engañan al adversario como el movimiento de cintura. A los caleños que bailan salsa y a los costeños esas fintas les salen de forma natural.

—En Brasil es aún más notorio por la influencia de la samba. En 2007 estuve seis meses allá vi unos partidos de fútbol fantástico.

Diakite hace un tiro desde afuera del área que pasa muy cerca del horizontal. El árbitro sopla su silbato señalando el final del partido. La gente se relaja y algunas personas aprovechan para ir al baño.

—Atacó más Malí —dice el tío parándose de su asiento.

—“Cuca”, en el mundial de Suráfrica 2010 mi papá dijo que si llegara un extraterrestre y se diera cuenta que el planeta entero tiene acceso a la verdad de lo que pasa en un partido —gracias a la televisión digital y las ayudas electrónicas—, a excepción de los jueces que dirimen las acciones y los directamente implicados, creería que la raza humana es muy estúpida.

—Álvaro era un tipo muy lógico —comenta mi tío.

—Volvemos a lo que dije —responde “El Cuca”—. Todo mundo está a favor de ello menos la FIFA. Blatter aduce que cambiaría el espíritu del juego. Sería más interrumpido y carecería de esa espontaneidad que tiene ahora, en donde los errores del árbitro hacen parte del partido.

—Creo que tarde o temprano van a incorporar las ayudas técnicas. Todos los deportes las usan menos el fútbol.

—Eso puede pasar cuando salga Blatter.

—Si no es así, mi papá tiene razón. Somos unos imbéciles.

La gente golpea el piso con los pies, las tribunas vibran  y se forma la ola una vez más. Le da varias vueltas al estadio bajo el ritmo de una canción de reggaetón que la organización del estadio silencia cuando salen los árbitros.

—Creo que sería bueno salir diez minutos antes —le dice “El Cuca” a mi tío—. La salida va a ser imposible después.

—Cinco minutos antes. Diez es mucho ¿no? —pregunto levantando los hombros. Saco el celular y les mando un mensaje a mis amigos Miche y Natalia diciéndoles que nos encontremos afuera antes de que se acabe el partido.

 Los equipos salen de los camerinos, corren a sus campos, el árbitro sopla el silbato y Malí saca. Diallo se la pasa a Touré, hace un pase largo que sorprende a Colombia. K. Coulibaly la para con pie derecho y sin perder tiempo saca un tiro tremendo desde fuera del área. Bonilla se lanza con los brazos estirados, queda suspendido en el aire como si los hilos de una marioneta lo contuvieran, atrapa la bola con elasticidad y cae al piso en cámara lenta. El estadio entero lo aplaude.

 —Una estirada bellísima —dice el tío.

—Me gusta el arquero, me recuerda al viejo Mina Camacho —añade “El Cuca”.

Bonilla sale jugando con Murillo, el jugador del Granada Club de Fútbol se la pasa a Moreno, el jugador de Santa Fe se la suelta a Cabezas, el jugador del Cali se la da a Ortega, el jugador del Atlas de Guadalajara se la devuelve a Cabezas, este la rota hacia Quiñones, el vallecaucano se la pasa James, el cucuteño se la da a Ortega y la tribuna empieza a gritar “Ole”, cada vez que Colombia hace un pase.

—¡Ole! ¡Ole! ¡Ole! ¡Ole!

—A mi no me gusta esto del “ole” —le digo a “El Cuca”.

—Claro, vamos ganando 1 a 0, eso desconcentra a los jugadores, les quita la tónica.

—Colombia empezó a jugar otra vez con juego “maturanezco” —dice el tío—hacen los pases hacia los lados en vez de hacerlos para adelante.

Los primeros diez minutos del segundo tiempo se van con jugadas enredadas. Malí parece contagiar a los jugadores colombianos con su juego desordenado. Diallo se acerca al área colombiana y saca un tiro que pasa muy por encima del arco de Bonilla. Colombia riposta con una buena llegada de Muriel que el jugador del Lecce de Italia remata. Sy la manda al tiro de esquina. Colombia cobra y la bola vuelve a terminar en las manos del arquero africano.

El partido se empieza a jugar cada vez más en el terreno colombiano. La ola se forma y le da varias vueltas al estadio. Colombia intenta salir con pases laterales, luce perdida.

—Está jugando fulbito —comenta el tío.

Con todo y eso la tribuna vuelve a gritar el “ole” cuando James, Ortega y Quiñones hacen otra jugadita. Pienso en que nuestra cultura tiene una enfermedad endémica al dar por ganados los partidos y los campeonatos antes de que estén asegurados. El equipo nacional luce sin claridad. Cabezas hace un pase errático que termina en una nueva jugada de riesgo que Malí desperdicia.

—James no ha jugado bien hoy. Hizo dos jugadas buenas en el primer tiempo y se perdió. No ha trascendido, ni se ha echado el equipo al hombro en estos momentos de confusión —comenta “El Cuca” —. Este segundo tiempo es aburrido. Malí ha mejorado un poco aunque sus jugadores carecen de cálculo y de técnica.

El cuarto árbitro levanta el tablero electrónico indicando el cambio de “El Trencito” por Fabián Castillo.

—“El Trencito” hizo el gol y nada más. Por ahora es “El Trencito” y no “El Tren” —comenta “El Cuca”.

—Bueno, por lo menos tiene a “El Tren” de consejero y puede mejorar.

Colombia sigue jugando hacia los costados, está sin ideas. Los pases de Ortega y James por momentos son lucidos y en otros planos.

—El juego de Colombia no tiene nada que ver con el fútbol rico en cambios de ritmos y en el manejo de los tiempos que mostró contra Francia —comenta “El Cuca”.

James se la pasa a Ortega, Ortega a Castillo, este se la devuelve. La bola rota por Quiñones y Moreno, vuelve a James. Este se la da a Ortega y la tribuna grita el “ole”.

—¡Ole! ¡Ole! ¡Ole! ¡Ole! —exclama el estadio a medida en que los jugadores colombianos se hacen pases insulsos entre ellos.

—El “ole” otra vez —le digo a mi tío. Él niega con la cabeza—. Son herencias que nos deja la cultura española y la tauromaquia, los rezagos de una mentalidad tercermundista. ¿“Tu entiendes por qué cantan el ole”? —le pregunto a “El Cuca”.

—La verdad no. Malí está más cerca del empate que Colombia del segundo.

—¿Cuántos jugadores de estos crees que pueden llegar lejos?

—Unos cuatro o cinco. Puede que James, Ortega y Muriel, que ya están jugando en el extranjero, el arquero y algún otro.

Ortega recibe un pase de Quiñones. Castillo le pica al vacío por entre los dos centrales, el colombiano ve el hueco perfecto, la patea con la parte interior de su guayo y la bola se va muy larga. El estadio entero deja salir un quejido. Colombia sigue jugando de forma lateral hasta que James hace un buen pase por la izquierda, Ortega centra una bola rasante al punto penalti pero Muriel no alcanza a controlarla. El cuarto árbitro vuelve a levantar el tablero electrónico e indica el cambio de Jerson Candela por Ortega. El partido se reanuda. Doumbía y Colulibaly tejen una jugada y hacen una pared con K. Coulibaly. Franco se anticipa y la corta de forma certera. La tribuna lo aplaude.

—¡Colombia! ¡Colombia! ¡Colombia!

Colombia teje una jugada hacia arriba, toma mal parada a la defensa, James tiene a Moreno por la derecha y a Murillo hacia el centro. Pierde un instante, la duda, se decide por Moreno y el jugador colombiano es marcado por el defensa.

—Se decidió por el que estaba abierto y no por el que tenía perfil de gol —comento.

Malí contragolpea con una buena jugada que Diallo cabecea por encima del travesaño. —No me extrañaría que nos empataran —dice “El Cuca”.

Colombia vuelve a tocarla de forma lateral y la tribuna grita el “ole”. Cada vez que lo escucho se me revuelve el estómago. James hace un taquito. Moreno se adorna con un pase de borde externo. Cabezas se la devuelve en un pase corto. La bola le llega a James de nuevo. La siguen tocando de forma insulsa hasta que la pierden. Doumbia le hace un pase largo a Diallo. El delantero pica entre Franco y Murillo, para la bola con pie derecho y queda mano a mano con Bonilla. Dispara un tiro a quema ropa que el arquero logra desviar al tiro de esquina. La tribuna tiembla una vez más y la gente forma la ola.

—No sé qué partido están viendo, la verdad —comento con disgusto—. Entendí lo de la ola cuando le íbamos ganando a Francia por tres goles, pero no entiendo esta serie de triunfalismos inexplicables.

El jugador de Malí llega a cobrar el tiro de esquina y lo abuchean. Chanflea la bola y un delantero la cabecea con peligrosidad. Bonilla sale jugando con Murillo y Colombia la toca en la mitad. Vuelve a perderla y Malí ataca una vez más con un tiro fortísimo desde fuera del área. Las “vuvuzelas” resuenan y apoyan al equipo en los minutos finales. Doumbia, Diakite y Diallo arman otra jugada que el delantero patea con un disparo de derecha. Bonilla salta con el cuerpo estirado de forma horizontal como si una vez más lo suspendiera un marionetero. Atrapa la bola en sus manos.

Malí ataca de forma incisiva. No le da un respiro a Colombia. El partido se torna intenso. El equipo africano quiere el empate, su clasificación está en juego, si pierde queda eliminada del mundial. Si empata podría lucharla en su último partido con Francia.

—Cuanto falta —pregunta “El Cuca”.

—Cinco minutos.

—Vamos —dice ajustando la copia de “Unos duermen, otros no” en sus manos.

—Estos son los mejores minutos —argumento.

—Si nos quedamos, la chichonera a la salida es mortal. Si hay un gol se puede ver por televisión.

Mi tío me mira con cara de que no le discuta. Bajamos por la tribuna frente a una nueva jugada de Malí. Colombia riposta con un contragolpe que Castillo falla. ¡Maldita sea! El partido se puso buenísimo.

 Salimos del estadio. Otras personas también se adelantan a la salida masiva de la gente. Los bramidos que llegan desde adentro nos indican que hay nuevas jugadas de riesgo. Le envío un mensaje a Natalia diciéndole que ya estamos afuera. Me responde diciendo que llame a Miche porque él está emocionado y todavía no se va.

—¿Qué dicen tus amigos? —pregunta “El Cuca”.

—Que todavía no salen.

—Si no salen va a ser difícil encontrarnos en el gentío que se va a formar —añade mi tío.

Estoy terminando de escribir un mensaje en el que les digo que estamos bajo el poste central cuando escuchamos el estruendo y la celebración. Por la rendija a lo alto, se ve a la gente abrazándose. Las “vuvuzelas” resuenan formando ecos fuera del estadio.

—Gol de Colombia —les digo.

—Bueno, lo vemos por televisión —responde Omar.

Miche y Natalia salen de la puerta y vienen hacia nosotros con sonrisas y caras llenas.

—Se perdieron el golazo de James Rodríguez.

—¿Cómo fue? —les pregunto.

—Un contragolpe. James salió jugando, se la pasó a Javier Calle, y Calle se la devolvió en una pared larga que James le cruzó al portero. Se pareció a uno de los goles que le metieron a Francia —dice Miche camino al centro comercial Galerías—. Natalia si me dijo que nos saliéramos antes pero yo le respondí que todavía no nos salíamos “ni por el Cucas”.

—El partido estuvo buenísimo. Me divertí mucho con la ola —dice Natalia.

—A mi me molestó mucho.

—¿Por qué, Bech? —pregunta Miche. Natalia arruga la frente.

—La ola dispersa la energía y desconcentra a los jugadores. Fue un partido muy apretado. Uno hace la ola cuando va ganando sobrado.

—La gente se la estaba gozando.

—Sí claro, pero eso no le favorece al equipo dentro de la cancha. Es como cantar el “ole”, eso me parece ridículo.

—Hace parte de la cultura del país —responde Miche.

—Por eso mismo, esa mentalidad sobradora me molesta. Una cosa es animar al equipo y otra burlarse del contrincante. Aquí damos por ganadas las cosas cuando aún siguen en juego. En países como Alemania no pasa eso. Ellos son serios. No subestiman a sus oponentes y celebran solo al final.

—Es decir que usted cree que no deberíamos celebrar sino hasta cuando nos ganemos el campeonato.

—Sí, de alguna manera sí.

—Hay que gozársela Bech. Vivir un poco más relajado.

—Aquí todo es motivo de burla. Pasa mucho en la política y con la corrupción. Cualquier cosa se arregla con un chiste.

—¿Pero por qué le afecta tanto?

—Porque quisiera algo mejor para mi país. Esta selección es buena pero ese “ole” que hacen les quita la tónica a los jugadores dentro del terreno de juego. ¿No es verdad, “Cuca”?

—Claro, porque empiezan a hacer tacos, lujitos y maricadas. Se ponen a jugar futbolito hacia atrás y para los lados en vez de jugar hacia adelante —dice asintiendo—. Si uno juega fútbol, así sea un partido de recocha, uno quiere ganar, y si uno no es serio, no gana. El fútbol tiene que ser serio sobre todo en un campeonato así, esto es un mundial.

—No lo está diciendo cualquier persona —añado en dirección a Miche y a Natalia—, lo está diciendo un futbolista que representó a Colombia en un mundial y aparte fue técnico de varios equipos profesionales colombianos.

Vea fotos en: www.eduardobecharanavratilova.blogspot.com

escarabajomayor@gmail.com

www.eduardobechara.com

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PERFIL
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Mi nombre es Eduardo Bechara Navratilova. Escribo como acto liberador que me ayuda a escapar del mundo, así termine volviendo a él. Me sirve para entender mis propios actos, aunque admito que acabo con más preguntas que respuestas. Tengo defectos despreciables, que dejaré al lector descubrir por si mismo. Detesto los trancones, las modelos y hacer fila en los bancos. Me gusta el fútbol y la rumba, me gusta la gente que persiste. Tengo los títulos de derecho (1999) y literatura (2005) en la Universidad de los Andes. La novia del torero, Editorial La Serpiente Emplumada (2002) y Unos duermen, otros no, Editorial Escarabajo (2006), son mis dos novelas publicadas. No tengo un peso en el banco, pero me he recorrido medio mundo en viajes. El ser humano y su comportamiento son mi tema de fondo.

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