El mundo de la poesía está de luto, querido Edu. Manolo Graña era ese poeta de otro tiempo que coleccionaba libros raros, iba al último rincón de un verso para develar los significados y desentrañaba lo que se esconde tras la bruma. Su pasión por la poesía era solo superada por la pasión de vivir. Respirar y escribir eran lo mismo. Manolo era ese poeta al que nadie miraba. Manolo era el cisne visto en desorden sobre el estanque de patos. Manolo fue ese poeta del que hablábamos en la cafetería La ideal, cuando se nos ocurrió hacer un viaje por toda América del Sur buscando poetas para darles el reconocimiento que se merecen. Llegué tarde a Deán Funes, intenté dar brazadas contra un río de corrientes que me tienden emboscadas. Quise nadar con todas las fuerzas, estirar mis brazos, templar mi vientre y patalear sin descanso para llegar  a tiempo. Me veía golpeando a su puerta y dejando su voz en el “Cuaderno de viaje”. Que él mismo nos mostrara sus libros, nos contara historias y dejara testimonio de su visión del mundo. Nos quedaremos con su recuerdo, ese par de visitas que le hicimos y en las que nos mostró parte de esa colección maravillosa en la que se incluían tomos codiciados por algún cultor de libros que llegaría a envenenar por ellos. Iremos tras sus pasos cuando llegue por allá, a destiempo, tarde, con un viento que ya no será el mismo. Deán Funes extrañará a su personalidad más importante por encima de que lo sepa. Acompáñalo por los dos en su funeral, dale mi abrazo desde Montevideo y no lo abandones nunca.

 

A Eduardo Bechara Baracat

 

Reporte publicado desde Montevideo.

Espere nuevas crónicas y fragmentos del cuaderno de viaje “En busca de poetas”.

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