Para los guerrilleros y soldados que no tuvieron la posibilidad de sonreír…
Por décadas
el guerrillero fue demonio,
enemigo con fusil,
camuflado,
botas pantaneras
y actitud de muerte
en cada paso…
Por décadas
el guerrillero se escondió
en las montañas,
medró entre la selva
como serpiente,
escorpión de aguijón erguido,
y jaguar con ojos
que destellan en la noche…
Por décadas
el guerrillero fue sombra
detrás de los árboles,
espectro,
presencia de satanás
alejado del mundo…
Por décadas
los vimos en noticieros
como bandidos,
revolucionarios echados
a perder,
matones sin consciencia,
espíritus que asustan
con sus balas sibilantes.
Hoy los vemos en barcasas,
planchones y lanchas
que bajan por los ríos,
en buses, camiones y camionetas,
largas filas, caminatas,
y travesías de cientos de kilómetros…
Llevan puestos sus
camuflados,
las botas pantaneras,
gorras, granadas, riatas
y cartucheras,
como guerreros listos
para el combate…
Tercian sus fusiles
y responden las miradas
de civiles
y militares que antes
les temían…
Hay jóvenes, adultos y viejos,
blancos, morenos, mestizos y negros.
Algunas guerrilleras cargan
a sus bebés en brazos;
otros caminan con sus ollas,
sus perros, loros y mascotas
traídas del monte.
Parejas se toman de la mano,
ondean banderas blancas
y le sonríen a las cámaras
que retratan el tránsito
hacia sus nuevas vidas…
Me pregunto cómo nos
habrán visto ellos, por décadas…
Eduardo Bechara Navratilova
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