Hace solamente un par de décadas, el cine miraba por encima del hombro a la televisión y epítetos como «La caja estúpida» o la «telebasura» eran comunes para referirse a la pequeña pantalla. Aunque el prestigio de la televisión en general puede no haber mejorado, las buenas series de televisión sí han redimido a este medio y en el mundo académico se habla hoy de la nueva Era de Oro de la tv.
Mientras el cine de Hollywood se hunde entre historias repetitivas y predecibles; los mejores guionistas, actores y directores están hoy en la televisión y son tantas las buenas series que se producen y pueden verse en canales y plataformas online que lo único que lamentamos es no tener más tiempo.
Parte del éxito (y fracaso) del modelo de televisión actual se relaciona con la escritura por temporadas y los productores se han hecho expertos en contar historias de largo aliento que mantienen una estructura atractiva y dinámica en el formato de unidades narrativas que oscilan entre 6 capítulos de hora y media (común en canales británicos como la BBC o en las miniseries) hasta temporadas de 10, 13 ó 24 capítulos.
No me referiré en este artículo al caso colombiano porque, siendo honestos, aquí no tenemos series en el sentido estricto de la palabra. Una serie de televisión actual requiere tiempo, inversión y narrativa y nuestras series adoptan el formato de la telenovela; primero en la duración y luego en la narrativa:
1- La duración de los capítulos es irregular y depende de la pauta publicitaria (en su mejor momento, cada capítulo de Yo soy Betty la fea duraba 17 minutos).
2- No hay un concepto claro de temporada, pues las historias se abren y se cierran por completo y las pocas series que usan temporadas suelen perder el hilo conductor.
3- Pase lo que pase, y no es culpa de los guionistas, las series terminan tendiendo al lenguaje telenovelesco por presión del público (no estaría mal si se declararan abiertamente telenovelas, sin complejos).
Por las razones anteriormente expuestas, me referiré a algunas características positivas y negativas de la escritura por temporadas de las series y en algunas de ellas utilizaré ejemplos que pertenecen de manera exclusiva a mi apreciación personal y subjetiva:
1- El desarrollo de las series por temporadas da espacio a los guionistas para desarrollar con mayor profundidad los personajes. En general, suele funcionar muy bien, porque cada uno de ellos tiene una personalidad definida previamente y, a medida que pasan los capítulos, puede definirse mejor y dar algunas sorpresas al espectador (nunca al guionista, que debe tener clara su caracterización). El problema cuando la serie se excede en el número de temporadas, es que las nuevas historias pueden llevar a tergiversar y hasta traicionar a los personajes (Los Simpson es un buen ejemplo de ello).
2- Las temporadas permiten a los guionistas medir el pulso del público. De nuevo, este factor es tan positivo como negativo. Lo bueno es que permite que los espectadores se conecten con los personajes y generen alrededor suyo comunidades de fans que no solo comprarán muchos artículos de merchandising, sino que aportarán a la historia. Lo malo es que, precisamente, los fans querrán cada vez una mayor participación y esto puede ir desde el deseo de colaboración hasta fuertes presiones sobre guionistas y productores para que la serie vaya en determinada dirección. La producción puede terminar cediendo en calidad para ser complaciente con el público.
3- Toda serie debería evaluar el tiempo que debe durar y terminar antes de que sea tarde, pero esto no siempre pasa porque una serie exitosa implica millonarias ganancias para los que en ella participan. Esta es principal la razón por la que series muy exitosas han tenido entierros de quinta.
4- Al desarrollarse por tiempos prolongados, las series deben afrontar problemas de continuidad y en ocasiones se ven afectadas en su dinámica de trabajo. En períodos prolongados, los actores pueden hacerse más famosos, comprometerse con nuevos proyectos, entrar en conflicto con los productores y hasta enfermarse o fallecer. Es el caso de series como Espartaco, Two and a half men, Los soprano y Glee, que tuvieron que reformular sus historias por problemas con actores principales.
5- El éxito de una serie implica no solo mayores ganancias, sino también la cotización de quienes allí trabajan. Series como Friends y The big bang theory han estado a punto de ser canceladas por la renegociación de los sueldos de los actores. Los cambios en el presupuesto original pueden hacer que una serie pueda llegar a ser inviable económicamente, a pesar de seguir siendo exitosa.
6- Cuando se trata de series con historias unitarias (cada capítulo desarrolla una trama que concluye en el mismo capítulo), una mayor cantidad de capítulos puede llevar a un desgaste definitivo de la serie que haga que pierda su gracia original o que dé tantos giros que pierda verosimilitud o coherencia. Es difícil mantener la coherencia cuando una serie tiene muchas temporadas.
7- Las políticas del canal o la productora pueden hacer que una serie exitosa sea cancelada. La dinámica interna de las productoras puede jugar en contra de un producto y de los espectadores de una serie y tomar decisiones que, a ojos del público, son incomprensibles.
Finalmente, quiero expresar mi posición personal frente a algunas series que aun están vigentes y que deben replantearse o tomar la decisión de acabarse antes de que se arruinen:
Los Simpson: Debería haber acabado entre la temporada 10 y 14. Muchos de los fans originales hoy odiamos los nuevos capítulos. Parece ser una parodia de lo que alguna vez fue una serie memorable pero, aun así, pasará a la historia de la tv.
The walking dead: Perdió todo el sentido original y hoy, como muchos afirman, es una serie de 50 minutos aburridos y 5 minutos emocionantes por capítulo. Irónicamente, esta serie es hoy un muerto en vida.
The big bang theory: Aunque conserva algunos chispazos de lo que siempre nos ha gustado, esta excelente comedia es la sombra de lo que fue hace algunas temporadas. Sus personajes han cambiado tan drásticamente que están cerca de traicionarse a sí mismos y es difícil que encuentre el brillo que alguna vez tuvo.
House of cards: La más reciente temporada dejó mucho que desear, aunque podríamos perdonarla si se trata de una temporada de transición que marque un nuevo giro de la historia. De la próxima dependerá saber si sigue viva o deben pensar en acabarla.
Bloodline: Una de las series más subvaloradas de la actualidad tuvo una última temporada para olvidar. Es el ejemplo perfecto de mucho de lo que acabo de argumentar. Aquí hago un análisis más detallado.
Otras series que deben replantearse para examinar su continuidad son: Orange is the new black, American horror story y Prison Break. Lo que sí es claro es que la televisión tiene un nuevo impulso y está enseñando a su otrora hermano mayor, el cine de Hollywood, que se pueden hacer producciones de calidad en mucho menos tiempo y que, si quiere sobrevivir, debe recuperar lo que lleva años descuidando: Las buenas historias.
Próximo post: Dunkerque de Cristopher Nolan
Para ver más textos sobre cine y cultura, visita Jerónimo Rivera Presenta
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