Esta semana mi psicóloga trató de convencerme de la importancia de ser vulnerable. Yo, por supuesto, le dije que era absurdo.

Me dijo que la vulnerabilidad era el único camino posible hacia la autenticidad, y que aunque había muchos riesgos, era la única forma de evitar una vida a medias: una vida mediocre.

Cuando pienso en vulnerabilidad, pienso en que me van a vulnerar. Le dije qué gritar mis problemas o debilidades a los 4 vientos no tenía ningún sentido, y menos aún un beneficio.

Probablemente porque me vio atrincherado en mi punto de vista, desistió de dar la batalla. Me recomendó entonces ver un programa en Netflix de Brené Brown sobre vulnerabilidad, “El llamado del coraje”.

Cuando escuché el nombre solo atiné una sonrisa cínica. En este punto debo confesarme profundamente escéptico a este “tipo” de conceptos y programas. Pienso que muchas veces son modas ‘sin mucha carne’ -Opinión similar a la de un gran amigo mío sobre mis columnas, dicho sea de paso- y que esas ideas blanditas se quedan cortas ante la cruda realidad.

Apenas pude, lo comencé. Y lo hice con todo el deseo de encontrar grietas en los argumentos para poder mantener mi tesis. Sin embargo, empezó con humor lo que me gustó. Luego citó un extracto de un discurso de un presidente que admiro, Theodore Roosevelt.

 

 

La imagen pixelada que ven es el extracto, se llama «Man in the arena» por si quieren buscarla. El cuadro me lo regaló mi novia un día antes de que mi psicóloga me recomendara el programa. En Netflix, Brené dijo que ese extracto era la mejor definición de vulnerabilidad que había encontrado.

Las palabras de Roosevelt son tan buenas y llenas de sentido que incluso una pirámide de trading, sacándolas de contexto, podría usarlas. Sin embargo, bajé la guardia. En muchas cosas confirmé que el documental era lo que temía (Aunque también disfruté esas partes), pero encontré valor en varias ideas. Particularmente en 2, que quiero compartirles brevemente.

 

1. Construir relaciones

La primera idea viene de la importancia de ser vulnerable en las relaciones que queremos cultivar. El hombre aprende a confiar con el ejemplo. Hay que confiar para generar confianza. Creo que esto no se refiere únicamente a relaciones personales, también comerciales.

2. Lanzar puños

No es nueva, pero es vista desde otro punto. Arriesgarse, decía Brené, es también “ser vulnerable”. Estoy de acuerdo. Todavía no he visto el primer boxeador que gane sin lanzar un solo puño, y no se pueden lanzar puños sin debilitar la guardia.

Algo en lo que la autora hizo énfasis constantemente es que la pérdida vendrá, los problemas vendrán, la gente traicionará y los planes fracasarán. Decía que no solo era probable, sino que era una certeza. Lo encontré curioso.

 

Aunque el concepto de ‘vulnerabilidad’ se vuelve muy amplio, es claro que no peleé con mi psicóloga, más bien me compartió un aprendizaje. Quién quiera hacer algo, que esté dispuesto a errar. Y quien no quiera equivocarse, qué no haga nada. Quien quiera construir una relación, qué confié, y quien no quiera ser traicionado, que se aisle.

Podemos elegir no confiar y no tener amigos, podemos elegir un camino muy seguro laboral o profesionalmente, pero nada de eso es gratis. Tiene un costo muy alto, tal vez, más alto que el de «ser vulnerable».