Hace no mucho, Santander tuvo su propio presidente, un ejército de no más de 300 hombres y  cuatro diferentes constituciones.

Hace no mucho, Santander tuvo sus propios billetes, expedidos por el mismísimo Banco de Santander y exportó café, tabaco y cueros hacia Estados Unidos, Alemania y Holanda.

Y es que hace no mucho, Santander fue un Estado Soberano, no un departamento de Colombia. 

Y, de alguna forma, extraño esos días…

Esos días en que los santandereanos trabajaban por un Santander grande y fuerte. En que éramos autoexigentes, y en que engrandecer a Santander era una causa común.   

A veces me cuestiono: ¿Qué dirían nuestros ancestros del Santander de hoy?

Probablemente, que perdimos el rumbo. 

 

Y perdimos el rumbo

 

Nos volvimos complacientes y condescendientes. Nos defendemos de la crítica y nos damos palmaditas en la espalda por la mitad de lo que podríamos lograr. 

Y es por eso que hoy vengo a criticar a mi amado Santander. 

Lo critico porque sé de la grandeza de mi tierra y porque sólo se le exige más a quien puede darlo. 

Después de todo, ¿cómo recuperar el rumbo sin primero mirarse honestamente al espejo?

 

Sin… ¿empresas?, no hay paraíso

 

Sin empresas, y de las grandes, Santander no tendrá paraíso. 

Las empresas generan riqueza, solucionan problemas y dan empleo. Las empresas deben ser el caballo vigoroso que empuje la economía de Santander.

Pero hoy, en vez de un caballo fuerte y veloz, tenemos un pony inerte y precoz:

 

Necesitamos impulsar y fortalecer esas microempresas para generar empleo, inversión y riqueza. 

Santander necesita más Marvales, más Higueras Escalante, más Disfarmas. Más caballos fuertes, como esos, construyendo Santander desde el sector privado. 

Pero como andamos en pony… Hay consecuencias1:

1. El desempleo de los más bajos del país y aunque tenemos el 5% de la población, aportamos el 6%. Debo ser honesto, no es malo. Pero estoy convencido de que podemos ser mucho mejores.

Sin empresas grandes, de verdad, no tendremos paraíso. 

 

¿Bucaramanchester?

Manchester, en Reino Unido, y Bucaramanga, en Santander, pueden tener cosas en común, pero el inglés no es una de ellas. 

En 2021 la empresa Education First (EF) realizó una prueba de inglés por ciudades. Bucaramanga obtuvo un resultado ‘moderado’. De los mejores de Colombia, pero aún mediocre. 

El inglés, además, es un privilegio. La educación pública no garantiza tener un inglés competitivo. Y tan privilegio es que no encontré datos dicientes a nivel departamental… Parece que ni se contempla. 

Al ser el idioma más hablado del mundo, el inglés permite acceso a información -no disponible en español-, trabajos mejor remunerados -no disponibles en español-, un mundo alternativo -no disponible en español-.

Santander, para ser competitivo, tiene que hablar en inglés

 

Universidades

 

Es un tema, creo, sensible. 

Por eso voy a entrar sin anestesia: somos mediocres. 

Por supuesto que nuestras universidades siempre van a estar entre las mejores del país. ¿Pero eso es suficiente? ¿‘Entre las’? ¿Por qué no LAS mejores, sin el entre? 

Hablemos de rankings: la UIS, la universidad de la que todos debemos estar orgullosos, es la 8 a nivel nacional (QS World University Ranking, 2024). 

¿Qué hay que hacer para que sea la mejor? 

Hace poco invirtió 120.000 millones para la Construcción de la Nueva Facultad de Salud. Ese es el camino. 

Las demás universidades también están haciendo inversiones importantes: por ejemplo la UNAB invirtió 3.000 millones en el Centro de Producción Audiovisual, la UDES invertirá 5.000 millones en el Centro de Desarrollo Tecnológico. 

Acá caminamos hacia el sentido correcto, pero me hierve la sangre cuando veo titulares complacientes con que la mejor universidad sea la 8, la segunda mejor la 21… 

Sí, vamos bien, pero jueputa estamos lejos de nuestro limite. ¡Exijamonos! ¡Trabajemos, desde nuestro lugar, por subir! 

¿Cómo vamos a mejorar si ya estamos satisfechos? 

 

Mucho que escribir y poco papel 

 

Hay muchos otros aspectos que debemos priorizar. 

La cultura, por ejemplo: tenemos tan solo 2.6 librerías registradas para cada 100.000 habitantes. 

Las vías: 3.311 habitantes por kilómetro. Oslo, por ejemplo, tiene 1.427 habitantes por kilómetro. 

Y seguro que juntos podríamos encontrar más, mucho más. 

 

Conclusión: Escribir es fácil

 

Al iniciar este texto fui advertido de que podía generar incomodidad. 

Ahora estoy seguro de que la generará. Es probable que se me acuse de criticón, de charlatán o incluso hasta de independentista.

Pero la verdad es que no escribí este texto desde la búsqueda de aplausos, lo escribí desde el amor a mi tierra.

Y creo que para engrandecer a Santander, tenemos que hablar como lo hacemos los santandereanos: sin tapujos. 

Por supuesto que no quiero que Santander se independice, por supuesto que me siento orgulloso de la UIS, de la UNAB, de la Santoto y de la UDES, por supuesto que me siento orgulloso de nuestros parques y de nuestras calles. 

Pero el orgullo, por sí solo, nunca movió nada. 

Hay personas hoy en día construyendo el departamento, espero mi texto no les quite el aliento. Por el contrario, mi intención es que cada día haya más personas como ustedes. Que saben que podemos dar más y que trabajen por dar más. 

Sólo el santandereano del común, en el día a día, puede hacer Santander grande. La responsabilidad es nuestra, nadie más lo hará por nosotros. Entonces:  ¿Qué clase de Santander queremos? ¿Y qué haremos para lograrlo?