Calígula fue el emperador romano que le dio a su caballo el cargo de Cónsul, el más alto en toda Roma.

Equivalente a posesionar hoy como presidente a un caballo, Calígula hizo una burda demostración de excentricidad y de desprecio.

Es la misma excentricidad y es el mismo desprecio que constantemente demuestra el presidente Petro.

La excentricidad y el desprecio, de quién es víctima de sí mismo…

Les pregunto:

¿Qué es, si no una muestra de desprecio, el dar un discurso, estando tomado, ante miles de seguidores en el Cauca? Como lo que reconoció el mismo Petro.

¿Qué es, si no una excentricidad, que el gobierno de la “igualdad” gaste 173 millones en amoblar su casa? Como lo registró El Espectador.

¿Qué es, sino la incoherencia en su máxima expresión, que la persona que sugirió que el presidente tiene consumo problemático de cocaína sea nombrado embajador ante la FAO? Como publicó Semana.

Y sé que saltará algún bien pensante, con su repugnante tufillo a superioridad moral.

Y me dirá que no nos incumbe si el presidente se droga, o si el presidente anda borracho, o si gasta millones en darse lujos.

Dirá que lo único que nos importa es su gestión.

¡Miente!

Claro que nos incumbe.

¿Por qué nos importa?

Primero, por seguridad nacional: ¿Y si alguien chantajea al presidente con posibles escándalos? ¿Y si, por ejemplo, el escrupuloso embajador Benedetti tiene un vídeo comprometedor del presidente? ¿No es esto posible? ¿No es esto preocupante?

Segundo, por coherencia: ¿No es un descaro que el candidato que lideró las movilizaciones de 2021 -esas movilizaciones que buscaban equidad, luchaban contra la desigualdad y las injusticias- ahora viva ahogado en los lujos?

Tercero, por carácter: ¿No es importante acaso el carácter de un líder? ¿No es diciente del carácter de Petro su “no lo crié” ante el escándalo de su hijo?

Lo que tenemos que entender, es que esto no es una cuestión de superioridad moral, de jugar al santo que juzga, porque nadie es un santo.

Mucho menos es cuestión de atacar al presidente como persona, porque ese propósito es tan bajo como inútil.

De lo que esto se trata, es de entender que los problemas personales de Gustavo Petro afectan su función como presidente.

Y es únicamente por eso, que podemos -y debemos- poner estos temas sobre la mesa.

Según eso, la pregunta que nos debemos hacer es: ¿Los problemas personales de Petro lo hacen equivocarse como presidente?

Sí, sí y sí. Y la consecuencia es que tenemos un presidente arrinconado, víctima de sí mismo, y que se defiende con excentricidad y con desprecio, como Calígula.

Los errores del presidente Petro

Errores de juicio: No hay forma de entender como políticos envueltos en escándalos nacionales, y que no cumplen una labor dentro de la agenda de Gustavo Petro, sigan siendo parte de su gobierno.

No solo no le sirven al presidente, sino que lo debilitan.

Y si no están en el gobierno por razones políticas ni de Estado ¿por qué están? ¿por razones personales? Yo, creo que sí.

Incumplimiento: Petro es un presidente que no cumple su agenda diaria.

Hace un año, la Silla Vacía sacó un reporte en que contabilizaban 82 incumplimientos del presidente a su agenda.

La impuntualidad del presidente es ampliamente conocida, lo que no es ampliamente conocido son los costos de esa impuntualidad.

Es válido preguntar ¿el desorden del presidente ha tenido incidencia en las relaciones internacionales de Colombia?

Desconfianza: Personalmente, no puedo confiar en un presidente que se desaparece.

Que convoca una reunión de ministros en Boyacá para el fin de semana y que no llega, no da explicaciones y aparece un día más tarde.

No conozco a Gustavo Petro como persona, pero todos sí lo conocemos como presidente.

Y la verdad, es que no confío en él.

No puedo confiar en un presidente que prende dos incendios cada vez que apaga uno.

Buscar una agenda de izquierda o buscar, como me gustaría, una agenda de centro derecha es un debate necesario.

Pero antes de ese debate hay que ver si nuestro presidente está en condiciones de, precisamente, presidir.

Y como Calígula, pienso que Gustavo Petro es su propia víctima, y sin importar su ideología, hoy es un presidente incapaz de presidir.