La historia, dijo Stefan Zweig, es como un artista. 

De las miles de horas en que trabaja el artista, su obra surge únicamente de un par de horas de excitación.

De los miles de años que tiene nuestra historia, son solo un par de minutos los que marcan el rumbo de décadas y siglos. 

Este 28 de julio, Venezuela vivió un par de esos minutos. 

El dictador Nicolás Maduro en contra de los datos y de la lógica, se autoproclamó reelecto presidente. 

Un robo doloroso y previsible. 

Lo que no parecía tan previsible era que gran parte de la izquierda Colombiana descaradamente validara, legitimara y -en el mejor de los casos- callara, ante el robo de la dictadura. 

¡Cobardes!

La historia los juzgará por la pequeñez de sus actos, y por la inmensidad de su hipocresía. 

Sea entonces el momento de recordar a esos cobardes, a esos falsos demócratas, esos altos funcionarios que legitimaron, validaron o callaron ante la tragedia de Venezuela.

1. Gustavo Bolivar, Director actual del Departamento de Prosperidad Social

Por supuesto, el Director hoy ha moderado su posición. Pero es muy tarde, ya Colombia vio de qué está hecho. 

2. Luis Gilberto Murillo, Ministro de Relaciones Exteriores.

El arte de decir nada, mencionándolo todo. 

Ante la crisis en Venezuela, la ambigüedad es inaceptable. 

3. Sandra Ramírez, Senadora por el Partido Comunes. 

La honorable senadora publicó un vídeo pregrabado celebrando. Desde entonces, cordialmente ha invitado a que presenten pruebas de que las elecciones fueron fraudulentas, o a que, de lo contrario, callen el hocico.

4. Rodrigo Londoño (Alias Timochenko), Presidente del Partido Comunes.

En un acto de bondad, invitó al diálogo, la reconciliación y, sobre todo, a la democracia. 

La invitación a la democracia no deja de ser escalofriante. 

5. Gustavo Petro, Presidente de la República

El presidente Twittero, no ha escrito nada hasta el momento. 

Un silencio, cada vez más estruendoso, de quien en su primer año en el cargo tuiteó más de 5,000 veces. 

Y aún así, hasta el lunes 29 de julio a las 4:16 de la tarde, ni un solo carácter exigiendo transparencia. 

Sí dejó, sin embargo, un tuit fijo en su perfil, expresando que respetaría la voluntad del pueblo. 

Parece que para el presidente, la “voluntad del pueblo” es solo retórica. 

 

Reflexión Final

Los acá mencionados, son todos figuras públicas cobijados por la ley para asumir las posturas que asumieron. 

Después de todo:

¿Cómo obligar a Timochenko a confrontar a Maduro? ¿Cómo obligar a Gustavo Bolivar a no defender al Régimen? ¿Cómo obligar a Gustavo Petro a condenar una Dictadura?

A diferencia de Venezuela, en Colombia vivimos en una sociedad libre, y por lo mismo no nos corresponde obligarlos a ser quienes no son, o a hacer lo que no quieren. 

Pero es por el mismo hecho de vivir en una sociedad libre que tenemos la obligación moral de recordar que fueron ellos quienes callaron, quienes validaron y quienes legitimaron al régimen que liquidó el sueño de un pueblo entero. 

Su tibieza, su hipocresía y su silencio no serán juzgados por la ley, sino por la historia. 

Venezuela es el claro ejemplo de que se puede votar para entrar al socialismo, pero no se puede votar para salir de él. 

Qué importa si una dictadura es de izquierda o es de derecha, qué importa si un dictador es comunista o neoliberal. 

Una dictadura y un dictador no tienen más ideología que el beneficio propio y la subyugación del pueblo.

En adelante, antes de votar, queridos compatriotas es imperativo que nos preguntemos: 

Cuando llegue el momento de defender la democracia ¿A qué bando sumará mi voto? ¿Al de los que callan y aprueban? ¿O al de los que luchan y defienden?