Las y los presidenciables de hoy no gastan su tiempo en la educación de sus electores. Prefieren ahorrarlo para emplearlo en un ejercicio político de alto turmequé, que consiste en pelear para divertir a los colombianos.

Y cómo nos divierten esas riñas. No hay espectáculo en Colombia que regocije tanto a la clientela política y a los ciudadanos honestos como la actual campaña presidencial. Bueno, quizás algo menos que aquel en que una cabra mezzosoprano canta el Himno Nacional a dúo con Shakira.

El Centro Democrático, por ejemplo, hace política, y hace reír. En efecto, sus salidas regocijan a una franja ancha de organizaciones ciudadanas: desde la Federación de Enanos con Sordera Preliminar hasta la muy venerable Congregación de Víctimas de la Paz del Presidente Santos.

La última diversión se debe precisamente a María del Rosario Guerra. Ella aceptó ser objeto de una reencarnación prematura, algo que ningún muerto había tenido el privilegio de experimentar hasta ahora.

Se dice que una reencarnación es prematura cuando ésta se produce en cuerpo vivo y en directo, y no en cadáver y en indirecto, que es como se elabora desde los tiempos de Adán.

Como la que ofrece el Centro Democrático, que se da entre políticos que aún no han sido quemados vivos en elecciones, y que comenzó con esta consigna de campaña: “Si Uribe fuera mujer… sería María del Rosario Guerra”.

Pero Uribe no fue mujer, y tal vez nunca lo será, por no darles gusto a los castrochavistas zarrapastrosos. Y como sabe que debe salir del país a librar una nueva guerra donde fuere y contra lo que fuere, Uribe decidió encarnar en María del Rosario.

Reservando para sí la parte amable y bondadosa de su alma, Uribe mandó que el resto lo transfirieran a ella, con la asistencia de especialistas en reencarnación.

Por eso, y si uno la mira bien, María del Rosario ya es Uribe, aunque, valga reconocerlo, algo peor.

Una pregunta última: Si Uribe hubiese sido en verdad mujer…¿Cuál, por amor a la Patria, debió haber sido?

Sofía Vergara, por supuesto. Así, en vez de un guerrerista áspero y pasado de moda tendríamos a un estupendo y despejado cuerpazo de paz.
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¿Por qué el Papa no saludó a Uribe cuando llegó a Bogotá por la Calle 26? He aquí la razón. (Foto tomada de Google)