¿Quién tiene la razón? Imagen de: Hugo Molano.

Donald Trump acaba de vaciar por tercera o cuarta vez a Iván Duque. “Una de las muchas vaciadas que le aguardan al presidente colombiano”, murmuró la opinión demócrata norteamericana.

A su vez, un periodista de The New York Times preguntó por la causa de la nueva andanada, y no pudo dejar de pensar esto: “Si acaso Trump precisa de alguna razón para regañar a los jefes de estado del tercer mundo”.

Fueron precisamente empleados de la Casa Blanca quienes le contestaron al periodista lo siguiente: «Trump se embejucó cuando supo que Colombia estaba enviando a parroquias gringas curas cuya santidad corría a la par con su virginidad».

“Es decir, curas que, después de educar sexualmente a varios menores de edad, reciben por eso el título de abusadores, y así, con semejante título y además cargados de bendiciones divinas, son enviados por vía religiosa a los Estados Unidos”, concluyeron tales funcionarios.

El caso es que Trump, tras su embejucada, dijo lo siguiente en Atlanta durante una reunión de campaña electoral:

“Duque sigue siendo un tipazo. Sé que él manda en Colombia, pero también sé que allí nadie le obedece. Siento que él se desquita desobedeciéndome a mí. O Duque me hace caso, o haré que al menos cincuenta países reconozcan a Uribe como el presidente legítimo de Colombia”. (Aplausos)

Las reacciones de funcionarios de la Casa de Nariño no se hicieron esperar, como tampoco se hizo esperar el silencio de las jerarquías católicas colombianas.

La vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, trinó, en efecto, así:

“Protejo a nuestra niñez con mucho más celo del que me dio la naturaleza para tal fin. Dedicaré este celo a enseñarles a ellas, a las niñas, a no atender a hombres que les aseguren que, por mandato divino, no pueden tener hijos. Sé que con esto habrá más vírgenes que enviar al Cielo. La necesidad de ellas ha aumentado allá, y de las once mil que antes había quedan pocas, y éstas no son suficientes para satisfacer la demanda de un servicio tan celestial como la virginidad.”, concluyó Martha Lucía.

Con el regaño de Trump a cuestas, el presidente Duque leyó en EL TIEMPO que en EE. UU. viven doce curas abusadores criollos, y que en Colombia permanecen todavía cien de ellos con esperanza de viaje. No lo dudó: de inmediato ordenó cerrar las exportaciones de esta clase de excedentes.

Y tomó una medida audaz: Decretó que todo cura abusador que quiera refugiarse en Estados Unidos debe presentar, antes de viajar, el pasado judicial.

La audacia de Duque está en exigir el pasado judicial, pero no el del cura, sino el de sus espermatozoides.

*Contenido satírico. Meramente burlesco.