Una mujer se hallaba recostada y suspirando a calzón quitao, y a su lado, su compañero, a calzón quitao también, pero con señales evidentes de lanza en ristre. Intentaban sembrar la semilla de un hijo especial. Y sembrarla cumpliendo los protocolos de bioseguridad, y los de biopolvo, por supuesto.
El producto final debía ser un hijo algo singular. Un hijo para el que se crearon los más altos cargos del Estado, y del que se espera que nazca con todos los defectos y carencias requeridos para ocupar con decoro cualquiera de esos cargos.
Un hijo así exige quemar las etapas propias de una buena siembra. Así que, entrados los dos en efervescencia, y tras la ejecución de las maniobras propias de fase de prepolvo, pasarían luego a la del polvo propiamente dicho.
De antemano habían acordado que, pese a todo, no ofrecerían el espectáculo de un polvo innovador. Se conformarían con “uno de esos polvos humildes que patrocina el padre Chucho: uno que, aunque es muy triste en la forma, en el fondo todo se aprovecha”, comentó la pareja.
Sin embargo, el polvo, como polvo, tuvo que ser suspendido por un olvido imperdonable: la elaboración de un hijo necesita un esbozo previo, y este no se había hecho. De modo que en vez de polvo emprendieron coitus. Sí, coitus, pero interruptus. Mejor dicho, hubo huelga. Huelga de miembros caídos.
El interruptus terminó cuando anunciaron que el diseño del hijo estaba listo, y que ese diseño incluía la instalación interna de un grandioso sueño. “Del sueño que a la sazón estuviese de moda”, confirmaron.
Pero, ¿cuál exactamente? “Nuestro hijo será el mejor bobo con poder de la historia de Colombia”, indicaron los padres. Y remataron: “Sueño que logramos precisar gracias a la colaboración del actual fiscal Barbosa”.
Completan esta historia las preguntas que le llegaron a la pareja, y las respuestas que ésta dio.
¿A quién debemos el destape del bobo con poder?
Al fiscal Barbosa y a Margarita Rosa de Francisco. A él, porque sirvió de modelo; y a ella, porque, tras desnudar a semejante modelo, lo halló tan inteligente y apuesto, que no dudó tildarlo de “bobo con poder”.
Tengo un hijo con bobera, ¿qué hago para que además tenga poder?
Si considera que su hijito es tan bobito como para ocupar altos cargos gubernamentales, afílielo cuanto antes al Partido Centro Democrático.
¿Puedo medir cuán bobito es mi hijo?
Escúchelo. Si se le ocurre hacer alarde de ser el mejor fiscal de la historia, es bobo a medias. Y si también añade el fanfarronear de estar haciendo la mejor Fiscalía de la historia, es bobo, y bobo de remate.
Como no hubo más preguntas, la pareja pudo volver a lo suyo: a terminar el coitus interruptus, y comenzar, rapidito, un pulvus corruptus.
Del que nacerá el bobito que la pareja quería, y el que habrá de ser, cuando menos, el mejor fiscal general de la historia de Colombia.