La historia de Colombia no registra relaciones de cooperación más fecundas que las que hasta hace poco mantenían dos de los pilares más sólidos del actual despelote nacional: Duque y el gremio de las gallinas.

Tan estrechas eran esas relaciones, que, tras analizarlas a fondo, un agudo estudioso señaló ingeniosamente que “nadie ha podido quebrarlas: ni siquiera el gallo con sus endiablados y persistentes celos”.

Si embargo, la historia contará otra cosa. Dirá que el gallo no fue capaz de romperlas, pero sí Iván Duque. Iván, el hombre que, según rumores sin verificar, es el actual presidente de la República.

Y también la historia contará que no fue Iván sino las gallinas las que, alegando ineptitud presidencial, empezaron a cacarear la ruptura. Según ellas, Duque ha sido incapaz de darles el servicio que requieren para alegrar sus horas de descanso: el servicio de gallo las 24 horas del día.

A lo cual vino a sumarse, por desgracia, lo de la docena de huevos a $ 1.800 del exministro Carrasquilla: una rebaja de precios que hirió profundamente los nobles sentimientos de las gallinas, y acabó con la amistad que existía entre ellas y Duque.

Y ocurrió al cabo lo que al cabo debía suceder. Con el amor propio herido, y sintiéndose moralmente devastadas, sexualmente incompetentes y políticamente traicionadas, las gallinas suspendieron el apoyo que le venían dando a Duque.

El presidente no supo qué hacer. La que sí supo fue la Primera Dama, quien, por castigar a las gallinas, le suspendió a Iván el servicio de huevito diario.

Duque sintió en carne propia aquella suspensión; desesperado, le pidió al exministro Carrasquilla que arreglara el problema. “Es el único economista que, por estar capacitado para hablar de tú a tú con las gallinas, podrá devolverme el placer del huevito diario”, confesó, esperanzado, el presidente.

Carrasquilla aceptó el encargo y le presentó a Duque el siguiente plan de trabajo:

 “Seguiré prestándole servicios a mi Patria. Los de reforma tributaria y paro nacional resultaron buenísimos. En el siguiente trabajaré en la única obra por la que la posteridad recordará a Duque: gallinas diseñadas para poner la docena de huevos a un precio no mayor de $1.800 en el mercado”, dijo, finalmente, Carrasquilla.