Corrían los primeros días del paro y las lenguas se alegraban con un nuevo rumor. Decían que el presidente Duque estaba evitando enfrentar el paro, un asunto de Estado, por entregarse a un placer de Estado: dormir.

Y a esto añadían que el presidente, pese al ruido, podía dormir, soñar, y aun roncar, pues, según su esposa, “no hay paro capaz de quitarle el sueño y los ronquidos a Iván. Ni lo habrá jamás”.

De pronto, Hassan Nassar, el caro y altísimo consejero presidencial para las comunicaciones, emerge de las tinieblas burocráticas, e inicia la defensa del dulce sueño de Duque.

Es oportuno recordar, de paso, que los contribuyentes pagamos el caro contrato del caro Nassar, y que esa plata lo obliga a él a convencernos de que Duque es el mejor jefe de Estado de la historia. Para ello creó los “nuevos falsos positivos”.

Lo que hizo Hassan fue sacar del terreno militar los “falsos positivos” y llevarlos a su Consejería. Y allí, por fortuna, ya nadie muere, pues los “nuevos falsos positivos” no consisten en tomar ciudadanos y hacerlos guerrilleros, sino en tomar mentiras de gestión y hacerlas logros de gobierno.

Pero volvamos a la defensa del sueño de Duque.

“El presidente está sumido, sí, pero no en sueños, como andan murmurando, sino hundido hasta el pelo en cavilaciones dignas de un jefe de Estado, como lo es Duque”, empezó atacando Hassan.

Y continuó embistiendo:

“Cuando precisa encontrar soluciones a los grandes problemas de la vida y del gobierno, el presidente Duque no duda en acudir a las canciones de Maluma, su ídolo de toda la vida.

“Días antes del relajo, el presidente da con la canción Felices los 4. Después de repasar 73 veces la letra, cree que allí se esconden la esencia de la vida y la solución al paro que ya tenía encima.

“Y decide buscarlas en estos versos:

‘Y si con otros pasas el rato/Vamos a ser feliz, vamos a ser feliz (sic)/ Felices los 4/Yo te acepto el trato’. ‘Y lo hacemos otro rato/ Y lo hacemos otro rato/ Y lo hacemos otro rato/ Y lo hacemos otro rato/’.

“Sin pensarlo dos veces comienza a hundir en ellos toda su inteligencia. Y lo va haciendo poco a poco, letra por letra, como debe ser.

Alguien pregunta: “¿Por qué, después de tantos días, Duque no ha regresado de la inmersión con la solución al paro?”.

“Hemos calculado que el viaje de una persona normal al fondo de la canción de Maluma tarda de 8 a 9 días, mientras que el doctor Duque, que es el presidente, va a necesitar, para el mismo recorrido, de 30 a 60 días”, respondió Hassan, dando así fin a su intervención.

Y yo me quedo pensando: “Menos mal que la solución al paro depende de una canción de Maluma. Qué tal…Qué tal que dependiera del talento musical del presidente Duque”.