Francisco Barbosa acaba de darle un vuelco a la estrategia con que la Fiscalía busca a los colombianos desaparecidos durante el último paro nacional.
El trascendental anuncio lo hizo esta mañana el propio fiscal; mejor dicho, lo hizo Francisco Barbosa, el mejor fiscal general de todas las edades y todos los tiempos. Así que alabado sea él por siempre y por todos los cielos y las tierras, amén.
Los fanáticos del fiscal aseguraron que la nueva estrategia se debía al cacumen de los desaparecidos. Estos, en su afán de volver de nuevo a este mundo, le comunicaron a la Fiscalía el deseo de participar más activamente en la búsqueda de los esfumados, y la decisión de dejar de ser aquellos desaparecidos de piedra que siempre han sido.
Se supo después que el agudo, agudísimo, fiscal aceptó esta participación. Y lo hizo gracias a que lo que siempre él ha esperado de los desaparecidos serios y responsables es eso: que cada cual se rebusque a sí mismo y que, cuando se halle, se entregue a la Fiscalía.
En esta entidad refieren que a Barbosa lo movió un mensaje de los desaparecidos. Este dice: “Le informamos, señor fiscal, que cada desaparecido ha entrado en una profunda e intensa búsqueda de su yo interior. Cuando lo encuentre, usted lo sabrá, y podrá entonces montar el espectáculo para informar el hallazgo”.
“Y yo, que soy el fiscal más joven de la historia, cómo podía ignorar un ofrecimiento de colaboración tan digno de mi corta edad como éste”, cuentan que se pavoneó Barbosa.
Y que luego se infló diciendo: “Las puertas de la Fiscalía siempre han estado, están y estarán abiertas a los desaparecidos. Y si en su búsqueda del yo necesitan asistencia sicológica, la Fiscalía les brindará el servicio en forma personalizada y gratuita”.
Otro hecho que merece consideración es el cambio de comportamiento de los desaparecidos. ¿Cómo ocurrió?
Debemos afirmar que el giro sucedió gracias al ingenio y a la infinita visión de estadista que, pese al uso continuo de gafas, posee Barbosa.
Ya en la Fiscalía, Barbosa notó que los colombianos desaparecían empujados por un solo propósito: el de desprestigiar al gobierno de turno.
Desde entonces, el fiscal ha tratado de convencerlos de mudar de propósito. Tras innumerables negociaciones, lo consiguió.
Dejaron en claro, eso sí, que ellos, en principio, determinaron desaparecer para causarle desprestigio al gobierno de Duque y a la universidad Sergio Arboleda.
Pero desistieron después de meditarlo largamente.
“En cuanto al desprestigio del gobierno, ¿cómo superar lo que en este sentido ha logrado Duque? Y en cuanto al desprestigio de la universidad, ¿cómo aventajar en esto al doctor Barbosa?”, fue la razón que dieron los desaparecidos aún vigentes en Colombia.