Desde la creación del Centro Democrático, sus miembros más notables no han dejado de sentir la irresistible fuerza de atracción de la Justicia colombiana. Ni siquiera su fundador y amable dictador Álvaro Uribe se ha salvado de la poderosa seducción.
Tampoco la presidenta actual de la Cámara, Jennifer Arias. A ella, y para enaltecer aún más su corta y brillante carrera política, sus enemigos la acusan de plagio: la más popular de las variantes del recientemente creado delito de abudineato.
Con Arias ante la Justicia, la Corte Suprema, que llevaba un tiempo largo sin acoger en su seno a una uribista de prestigio, sintió un grande alivio. Y sentirá una sed insaciable de justicia cuando escuche la versión de Jennifer sobre el modo como el plagio vino a aterrizar en su tesis de grado.
Se presume que Arias hará una dura defensa de uno de los muchos privilegios conquistados por el uribismo, y de modo especial por ella como presidenta de la Cámara, y es el sagrado derecho de copiar, pegar y negarlo todo luego.
Es fácil adelantar los argumentos centrales de la histórica defensa.
Comenzará con la confesión de no haber leído la tesis antes de entregarla a la universidad. Y argumentará que, por falta de lectura, el plagio aún no daba muestras de vida.
Continuará revelando la llegada a sus oídos de ciertos rumores de plagio y describiendo la decisión de leer por primera vez la tesis que ella escribió cinco años atrás.
Aceptará el hallazgo de ideas que parecían copiadas de un texto ajeno. Para justificar la copia, expondrá la teoría, inventada por ella, del plagio de mala fe y el plagio por préstamo temporal.
Tras la exposición, reconocerá haber incurrido en el plagio por préstamo. Revelará que las ideas, una vez aprobado el alquiler, fueron invitadas a trasladarse del texto ajeno a la tesis de grado, cosa que ellas hicieron con mucho agrado y celeridad.
Más adelante, y mostrando el texto ajeno sin un solo espacio en blanco, probará a la Corte la devolución por parte de ella de las ideas tomadas en préstamo.
En favor suyo agregará luego que las devolvió porque nada hay más honesto que cumplir la palabra empeñada, y porque las ideas en arriendo ya habían terminado la misión para la que fueron abudienadas, que era deslumbrar al jurado de tesis para ganar la Maestría.
Presentará la certeza de que, mientras permanecieron en la tesis, las ideas alquiladas no sufrieron cambio ni mengua alguna, y que, como prueba de su extrema honestidad intelectual, ella las había devuelto sin quitarles ni agregarles ni siquiera una coma.
Con esto, Arias dará fin a su defensa y le pedirá a la Corte la declaración de su completa inocencia en este caso.
Por último, si esta defensa llega a la Universidad Externado, ésta se verá obligada, no solo a ratificarle a Arias la Maestría en gobierno y políticas públicas, sino también a obsequiarle, de ñapa y por mérito propios, una Especialización en el arte del plagio por préstamo temporal.