Por fortuna el país cuenta con seres decididos a luchar contra los elevados precios de los alimentos. Entre estos seres, las vacas. 

Mientras los economistas se dedican a repetir que el humilde caldo de costilla es altamente inflacionario, las vacas prefieren dedicar su tiempo a pensar en el futuro del popular alimento. Son bestias al fin y al cabo, pero bestias prácticas en realidad. 

Las cuales, tras meditar en ese futuro una y otra vez, hallan y presentan al gobierno el modo mejor de convencer al costoso caldo de costilla de renunciar a sus encumbradas aspiraciones inflacionarias. 

“Basta ayudarlo a morir en paz y remplazarlo por un buen caldo de huesos pelados”, proponen las vacas. 

Su propuesta antiinflacionaria es la siguiente: 

Por su parte, Álex Char es muy consciente de que su candidatura presidencial disparó hacia arriba el precio del voto costeño. Es evidente que éste también se volvió abiertamente inflacionario. 

Porque conoce a fondo la compraventa electoral barranquillera y se mueve en ella como pez en el agua, Álex es la autoridad ética y política llamada a intervenir y regular este mercado, y a contener el valor del voto caribe. 

Solo le falta una cosa para bajar ese precio: ser presidente de la república. 

Lo será si los electores logran apreciar la audacia de su propuesta: