Un estudio reciente concluye que “Las mujeres con ideología de izquierda experimentan mayor deseo sexual que las de la derecha y las del centro”. La revelación la hizo Esther Balac, en su columna Sexo con Esther, en la edición dominical de EL TIEMPO. 

Bien mirada, esta es una enorme brecha abierta en la zona de diversión más variada y antigua del mundo, y en aquellas instalaciones reproductivas que, sin duda alguna, le ha deparado a hombres y mujeres delicias sin cuento. Y qué delicias, por Dios. 

Una brecha gigantesca entre las escasas ganas polvíferas de la derecha y la voracidad carnal de la izquierda; en fin, una fisura política y sexualmente incorrecta que hemos de cerrar si se quiere evitar que, a falta de actividades eróticas, la derecha termine por desaparecer de ese gran circo que es la política colombiana. 

Se lograría este cierre si las mujeres de la izquierda decidieran desprenderse de una buena cantidad de esas ganas, y se las cedieran en forma gratuita a las mujeres de la derecha. 

Pero esta estrategia topa con dos obstáculos insalvables: la derecha no las recibirá pues considera que esas ganas están pervertidas de petrismo; y la izquierda, por su parte, no es muy dada a hacer donaciones de caridad. Y menos que menos a la derecha. 

Así las cosas, no queda otra opción que intentarlo en las elecciones próximas. 

Puesto que las desaforadas ganas sexuales de la izquierda no cuentan con candidata a la presidencia de la República, y tampoco las desmirriadas ganas de la derecha, ¿por qué no buscar y presentar una candidata de unidad política y sexual? 

Una candidata a la que le quepa el país, y también el uribismo, el petrismo, la lujuria de la izquierda y la cristiana e insulsa castidad de la derecha. Todo reunido en un solo y bello cuerpo de doctrina. 

En resumen, una candidata que por naturaleza posea condiciones tan sexualmente equitativas como electoralmente atractivas, como las siguientes: