Agentes rusos soltaron la noticia: “Por ocupar a Ucrania, el presidente Putin tuvo que abandonar su plan de invadir a Colombia. Él acepta que le queda debiendo una invasión a este país, por lo cual le ruega al presidente Duque que tenga mucha paciencia”, se excusaron los agentes. 

Duque sabe que una noticia como ésta acoquina al más simple de los estadistas, y de ahí que se permitiera caer, como ya cayó, en efecto, en una decepción muy aguda. 

“Nací para librar guerras mundiales y no para enfrentar paros armados internos e irrisorios. La invasión de Putin a Colombia era la ocasión perfecta de mostrarle al mundo mi inmensa audacia bélica, pero por desgracia el ataque a Ucrania echó todo a perder”, dijo, muy triste, Iván. 

Por su parte, un asesor de la Casa de Nariño aseguró que “todas las cosas estaban dispuestas de manera que Putin no encontrara razones para negarle una invasión al presidente Duque, y éste pudiera desplegar su imponente espíritu guerrero”. 

Como Iván no pudo desplegarlo, las preguntas sobre el cambio de opinión del gobernante ruso no faltaron. 

Putin sostiene que va a Ucrania a desnazificarla. Colombia no necesita desnazificación.  Lo que Colombia precisa es algo mucho más interesante, y es una urgente des-petro-lización. Entonces, ¿por qué invadir a Ucrania y no a la patria de Duque? 

Putin ataca a Ucrania para proteger a unos cuantos rusos que residen allí. Si de amparar se trata, ¿por qué entonces no invadió a Colombia, un país en el que viven millones de “rusos”, todos ellos obreros de la construcción, y además víctimas de los ataques infames y diarios del salario mínimo? 

Para frenar el flujo de inquietudes, otra fuente rusa explicó lo ocurrido en el seno del Kremlin. 

Contó que Putin alertó a sus fuerzas armadas cuando supo que Colombia disponía de un misil intercontinental. Que retiró la alerta cuando se enteró de que lo que hace este misil es inofensivo: cada semana sale disparado de la Casa de Nariño, descarga por donde va toneladas de explosivas mentiras, y luego regresa contento a su base. Los rusos le pusieron nombre a este misil. Lo llaman Iván Duque. 

Luego refirió algo inimaginable. Reveló que las barreras que en realidad obligaron a que Putin desistiera de invadir a Colombia fueron las dos descomunales fuerzas de disuasión de que hoy dispone el presidente Duque. 

“Dos fuerzas tan poderosas y gigantescas que, de haber contado Ucrania con unas semejantes, Putin jamás se hubiera atrevido a tocar a esta nación”, recalcó la fuente. 

Y remató diciendo: “Que sepamos, las de Duque son las dos únicas fuerzas de disuasión en el mundo que lograron meterle mucho miedo en las tripas de Putin. Y que esas colosales, demoledoras y muy colombianas fuerzas son la canciller Martha Lucía Ramírez y Diego Molano, el ministro de la defensa nacional”.