Ante el éxito alcanzado por la publicación de la llamada de Armando Benedetti a Laura Sarabia, Vicky Dávila, directora de Semana, sentó la base de lo que ella llamó “el modo mejor de armarle un gran escándalo al presidente Petro”.

Reunió a sus periodistas y les recordó, en primer lugar, que la única obligación de la revista con el gobierno y sus lectores consiste en el suministro semanal de un gran escándalo presidencial. No más.

“El día que no lo hagamos, ese día Semana habrá perdido su natural razón de ser”, enfatizó Vicky.

Luego se enfocó en la fabricación de alborotos. Afirmó que un buen escándalo antipetrista es siempre el fruto de una noticia petrista, suministrada por una fuente en cuyo cuerpo, en el momento de entregarla, circule un volumen tal de alcohol que la haga creíble.

“La medición del grado de alcohol ha de ser el primer paso hacia la verdad. Y el segundo, reconocer siempre que cuanto más alcohol acompañe a la noticia, más cerca de la verdad se hallará nuestro periodista”, enfatizó Dávila.

Enseguida reconoció que el caso Benedetti-Sarabia le reveló la necesidad y la utilidad de dicha medición etílica, y la indujo a adoptarla como guía suprema del rigor investigativo que ella ha impuesto en Semana.

Luego habló de la llamada de Armando y en qué momento decidió su publicación.

“Con una copa de vino adentro, él habría vociferado que recaudó mil millones de pesos para la campaña de Petro y promovido diez reuniones. Mentira, pues con estos números nadie produce un gran escándalo.

“Con un vaso de uisqui corriendo por sus arterias él habría subido estos números a diez mil millones de pesos y cincuenta reuniones. Cifras inocuas que no inquietarían al fiscal Barbosa ni a la procuradora Cabello, menos a mí.

“Pero cuando habló de quince mil millones y de cien reuniones de ayuda a Petro, supe que el medio litro de uisqui en que nadaba su cerebro había llevado a Benedetti a decir la verdad. Y por eso, y agradecida con el alcohol por su oportuna ayuda, autoricé la publicación.

“De haber seguido ofreciéndole más uisqui a Benedetti, la ayuda de él a Petro habría llegado a los veinte mil millones de pesos y doscientas reuniones, y tal vez a más; cifras estas que, si se publicaran, harían que los lectores de Semana me tildaran con justa razón de escandalosa, y hasta de mentirosa”, terminó diciendo Dávila.