El revolcón mediático que trajo la suspensión de Uber en Colombia por un fallo de la SIC fue apenas el comienzo de lo que sería una batalla entre los gremios de taxistas, el gobierno nacional y las aplicaciones de ‘socios conductores’. Pues Uber no se dió por vencido, afirma que “los desafíos los obligaron a replantear el modelo” y regresaron a Colombia el pasado 20 de febrero con nuevas condiciones para los conductores y servicios adicionales para los usuarios.
¿De qué trata el nuevo modelo de Uber?
A partir de ahora Uber funcionará como un “portal de contacto”, en el que según ellos “la aplicación es solo un intermediario entre un arrendador y un arrendatario”. Así pues, la app pasará a prestar el servicio de renta de vehículos con conductor. También estipula que el arrendador (el conductor) actúa de manera independiente y autónoma sin que exista relación laboral o de subordinación entre el usuario y el conductor.
Además incluye 5 nuevos servicios, dentro de los cuales destacan el “alquiler de vehículos” por horas y el “alquiler de vehículos” de modelos recientes.
Uber señala que, en su nuevo contrato, al usar la aplicación los usuarios aceptan reconocer que la aplicación no presta servicios de transporte ni opera como agente para transporte de pasajeros, sino como un proveedor de servicios de tecnología.
Opiniones divididas
Mientras cientos de usuarios celebran el regreso de Uber, la noticia tomó por sorpresa a los integrantes de la mesa de diálogo que abrió el gobierno. Para Nicolás Alviar -representante de Taxis Libres y Cotech en la demanda ante la SIC- Uber sigue prestando los mismos servicios de transporte con un nombre distinto. La supertransporte hizo un requerimiento formal a Uber para que notifique con información detallada su modelo de operación.
Además la crítica que persiste entre los expertos como José Stalin Rojas -director del observatorio de movilidad y logística de la Universidad Nacional- es que Uber no resuelve los temas de los seguros, en cambio baja el porcentaje de ganancia a los conductores y asigna la carga de los seguros a ellos, así es como Uber seguirá manejando las pólizas de seguro para cubrir daños a terceros.
El representante a la cámara Mauricio Toro es coautor del proyecto de ley 292 que busca “equilibrar la cancha” y regular el servicio de transporte individual privado por aplicación. El congresista afirma que la actitud de Uber, lejos de aportar al debate, se muestra retadora y pide al Gobierno que haga un llamado de urgencia a dicho proyecto de ley para que pueda ser debatido y antes del 20 de junio ya podamos tener esta reglamentación.
La Asociación de propietarios y conductores de taxis anunció el próximo 16 de marzo un cese de actividades, lo que asegura que las próximas semanas serán de protestas y debates sobre el análisis jurídico y la competencia desleal.
Opinión personal
La coyuntura actual nos hace reflexionar como sociedad y dentro de esta reflexión están las demandas legítimas de los conductores de taxi. No obstante aunque a veces parece una guerra entre ellos y los conductores de plataformas es mucho más complejo de lo que parece.
Se trata de una profunda desigualdad en la competencia pero más que eso, de un monopolio que durante años se ha visto favorecido económicamente y a cambio no ofrece un servicio de calidad ni condiciones laborales dignas a sus conductores.
El monopolio de los taxis, en el cual los propietarios deben pagar un cupo millonario a unas empresas privadas de las que no se sabe con certeza cómo aportan a la ciudad del dinero de dicho cupo, incrementa además los costos de inversión inicial haciendo que los vehículos que prestan el servicio suelan ser los más económicos y aquellos que no cumplen con estándares de seguridad que den un mínimo de garantías a los usuarios.
Además, en su mayoría, los conductores de taxi no son los propietarios del vehículo y en su lugar no reciben afiliación a salud ni pensiones, deben trabajar en jornadas extensas para lograr el producido del dueño y llevar algo de dinero a sus hogares.
Visto de esta manera Uber parece una solución al problema de calidad del servicio, seguridad para el usuario y emancipación de los conductores, no obstante está generando más congestión en las vías, ignora la competencia desleal con los taxistas y no parece importarle el impacto que esto pueda tener en la ciudad.
¿Por qué no revisamos también la desgastada y casi obsoleta legislación del servicio de taxis en Bogotá?
Cada vez más parece que el futuro de la movilidad sostenible se dirige hacia el vehículo compartido. ¿Qué tal si todos comenzamos a usar apps que nos permitan compartir el vehículo para ir a la oficina, a la universidad, al colegio o al médico? recibiríamos dinero, descongestionaríamos la ciudad, iríamos un poco más cómodos y contaminaríamos menos.
Con las inmensas obras que se avecinan como metro y troncal de TransMilenio de la Av. 68 tal vez es el momento de replantear la posibilidad de que no hayan vehículos con solo uno o dos pasajeros circulando por ciertas zonas de la ciudad y comenzar a pensar en la movilidad sostenible, con taxis y vehículos particulares compartidos que cuenten con una regulación que beneficie especialmente a los ciudadanos, su seguridad, su bolsillo, y la movilidad de Bogotá.
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