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1.
-Quiero tener una vagina activa y volver loco a mi marido -me dice Luisa.
Por mi parte, tomo atenta nota de la expresión que acaba de pronunciar “quiero partir nueces con la vagina”. Y Luisa sonríe maliciosa.
Este ánimo lascivo es de ahora, pero hace un año, después de dar a luz a su tercer hijo, Luisa Fernanda Botero perdió todo el interés por el sexo.
-Cuando estábamos juntos –dice mirando a su esposo-, sentía como si él flotara dentro de mí.
Luisa tiene 35 años es odontóloga, trigueña, cabello largo, rostro afilado y, como todas las odontólogas de 35 años, se ve muy atractiva, así tenga un asomo de pancita.
Nos citamos en un café. Con nosotros está su esposo: Sergio Valencia, arquitecto, 40 años, vestido con bluejeans, camisa rosada de manga larga informal y zapatillas sin medias para la tarde del sábado. Eso sí, el tipo tiene un reloj sólido, de buceador.
Sergio también me habla sin tapujos:
-Era como tenerlo en una bomba de cumpleaños inflada y hacer el amor contra el aire.
Hace un año, con el desgano sexual de Luisa, esta pareja de esposos tenía muy claro que si el tema no funcionaba, con la ‘arrechera’ de antaño, sería muy difícil continuar juntos.
Sentados en la mesa del café, descubro la expresión de preocupación en Luisa recordando esa época. Resulta triste, pero cierto, que esta mujer estuviera a punto de perder a este ‘papazote’ de Sergio y que esas manos de hombre dejaran de tocarla y esa caballerosidad dejara de mimarla.
2.
Para entender el desgano sexual de Luisa, luego de tres embarazos, hablo con Juan Luis Arcila, especialista en el tema:
-El parto es un evento catastrófico para el músculo pubocoxígeo -dice-, pues queda totalmente distendido y laxo.
Bien, el doctor nos puso a estudiar anatomía. Pero hagamos el esfuerzo porque el tema vale la pena, porque en el tema del sexo también vale la pena tener clara la teoría. Y sobre todo la teoría de los músculos que gobiernan el buen desempeño sexual.
El músculo pubocoxígeo, o piso pélvico, se encuentra tanto en hombres y mujeres formando una hamaca muscular que va desde el hueso púbico hasta el coxis. Una de sus funciones es dar soporte a la próstata y la vesícula seminal en los hombres, soporta el útero en las mujeres y la vejiga en ambos. Estas vísceras se vendrían al piso si lo no tuviéramos, pues la pelvis es hueca y la gravedad no hace excepciones.
El debilitamiento del suelo pélvico provoca incontinencia urinaria, prolapso vaginal, disfunción eréctil y vaginas anchas. Mientras el doctor dice eso, pienso: ¿Y es que acaso siempre vamos a tener vaginas estrechas como si fuéramos mujeres virginales? ¿Cuál es el problema con las vaginas anchas? Mejor dicho: ¿Cuál es el problema con la vagina?
Después de un parto las relaciones sexuales son desastrosas. Y luego de tres, pues ni se diga, porque este músculo queda totalmente relajado. La vagina queda muy abierta. Ahora, la cuestión es que, si una mujer ejercita este músculo, puede volver a las actividades sexuales normales y placenteras.
Pero además, dice el doctor, las mujeres, todas las mujeres, desde jóvenes hasta maduras, todas las que ejerciten su piso pélvico y tonifiquen las paredes vaginales incrementarán su propio placer sexual y podrían llegar a tener una vagina activa, es decir contraerla y relajarla. Ahora entiendo el término “Vagina activa”, que usó Luisa. Contraer, relajar, contraer, relajar. Es como si la vagina hablara.
¿Será que a los hombres también les interesará tener un “Pene activo”?
Me llama la atención que ya no sólo tengamos que tener el abdomen, los brazos y las piernas tonificadas, sino que ahora la vagina también.
3.
En el caso de Luisa, luego de su último parto, el piso pélvico quedó destemplado. Fue la causa para que, durante sus relaciones sexuales, no sintiera lo mismo y perdió interés. Tratando de encontrar soluciones y consultando sobre el tema, se encontraron con un gimnasio para la salud sexual.
En el gimnasio sexual FitSex System me explican la mecánica del los ejercicios. La idea es trabajar un solo músculo: el piso pélvico. El usuario aprende a contraer y relajar el piso pélvico, lo que se llama un ejercicio Kegel.
Cuando una está orinando y aprieta, sosteniendo el chorro, dejando de orinar, y soltando de nuevo, contrayendo y relajando, ese es un Kegel. El famoso Kegel se utiliza para darle fuerza al piso pélvico.
En el gimnasio, se ejercita el piso pélvico con un dispositivo especial que tensiona las paredes de la vagina, en forma similar a hacer gimnasia pasiva. Una se acuesta, introduce un dildo con corriente eléctrica que trasmite tensión y relajación en el músculo, óigase bien, al músculo, al piso pélvico, a este órgano compuesto de fibras contráctiles.
No me quiero imaginar a una chica bien joven con una vagina activa. Uno escucha: “fulanita tiene chupadera”.
También existen esos shows en bares taiwaneses donde las chicas en la tarima se desnudan, abren las piernas y se ponen un cigarrillo en la vagina. Y fuman.
En la cultura oriental la educación sexual no es un tabú. Las mamás orientales le enseñan a sus hijas a contraer y dilatar el piso pélvico desde chiquitas. El resultado es que las orientales manejan vaginas activas, a diferencia de nuestra cultura. Acá ni sabemos que ese músculo existe. La cuestión es, si una mujer es capaz de fumar, de tirar pimpones, hielos y dardos con la vagina, imagínese qué puede hacer con un pene.
4.
Sentada en el café con Luisa y Sergio me cuentan sus experiencias luego del parto de su tercer hijo.
-Compramos vibradores de diámetros enormes, -dice ella- pero yo no sentía nada porque un pedazo de plástico no es lo mismo que estar con el hombre al que amas.
-Era muy frustrante -dice él.
Entonces se pagaron un programa de salud sexual y comenzaron a fortalecer el piso pélvico.
-Ahora estamos muy encoñados -dice ella, ambos se cogen la mano y sonríen.
Me dejo caer en la silla aliviada, pensando en que Luisa es una mujer muy afortunada. Pero por otro lado, pienso que si para mantener encoñado al marido una necesita una vagina estrecha y activa, estamos en la olla.
¿Dónde queda la creatividad y confianza sexual de una mujer experimentada?
Mi vagina es la de una mujer adulta y recorrida. Según percibo cuando me masturbo, no es estrecha, pero tampoco ancha. Por ella han pasado varios objetos, dedos y penes a lo largo de mi vida. Y me siento feliz porque he vivido momentos que me dejan una gran sonrisa en la boca.
Yo quiero mi vagina tal cual es. Me gusta su apariencia y su sabor. Me gusta como huele y como acoge Las once mil vergas de Apollinaire.
También sé cómo estrecharla y relajarla. Los ejercicios Kegel son benditos e infalibles, pero que ahora no me vengan a decir que debo tener una vagina rejuvenecida, activa y que apriete para tener más placer sexual y encoñar a los hombres. Ese cuentico no va conmigo.
¡Me quedo con mi vagina tal cual es!
Cordialmente invitados a leer otras entradas de mi blog:
Muy interesante, y me encanta tu estilo al escribir… estaré pendiente de nuevas entradas.
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carajo no pense aprender tanto de este blog, espero seguir viendo mas articulos tan interesantes como este te felicito.
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buen articulo
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