Cada octubre, en mi colegio hacían la puesta en escena de la llegada de los españoles a nuestro continente. Los personajes estaban dados por los rasgos físicos; los estudiantes con piel más clara debían representar a los españoles, los demás eran disfrazados de indígenas. Los niños y niños con alguna pertenencia étnica, afrodescendientes representábamos a los africanos esclavizados.
He conocido casos en los que donde no había estudiantes para representar a los africanos en América, los profesores – quizá de forma ingenua – acudían al black face, pintándole la cara de negro o café a los estudiantes de piel clara.
Hoy, muchos años más tarde me pregunto ¿qué tan naturalizada está la historia de dolor que es la llegada de los europeos a nuestro continente? ¿Desde qué orilla nos hemos ubicado históricamente para contar cómo se vivió un momento que cambió por completo el rumbo de los habitantes de esta región?
Crecimos creyendo en una versión única de la historia, una historia de víctimas y victimarios, de ganadores y vencidos, de dominantes y dominados, una historia en la que los habitantes de la región y las personas esclavizadas siempre han perdido.
Es por eso que hablar de ‘Día de la Raza’ en esencia es violento.
Hagamos cuentas
La declaración de independencia en Colombia fue el 20 de julio de 1810, luego de eso las personas esclavizadas aún lo seguían siendo y los indígenas tuvieron que vivir en condición de servidumbre. No fue sino hasta el 21 de mayo de 1851 que se declaró la abolición de la esclavitud, en el gobierno del presidente José Hilario López.
¿De qué igualdad se hablaba si durante 41 años, luego de la independencia, aún en Colombia, las personas con pertenencia étnica seguían siendo esclavizadas?
No fue sino hasta la Constitución de 1991, hace 32 años, que Colombia se autoproclamó como un país pluriétnico y multicultural.
Guiño de ojo para el desarrollo sostenible
De regreso al presente, la más reciente conmemoración del 12 de octubre en Colombia pasó de ser el ‘Día de la Raza’ al Día de la Diversidad Étnica y Cultural.
El cambio en lenguaje es una señal y abre la puerta a la inmensa oportunidad de que desde los diferentes sectores, el país se apalanque en su diversidad étnica y cultural, para sumar al desarrollo sostenible de la región y a nivel global.
Los grupos étnicos aportan una visión oportuna y enriquecedora de cara a los desafíos globales, así lo declara la UNESCO. La diversidad étnica y cultural de Colombia promueve la conservación del medio ambiente y la biodiversidad.
Por ejemplo, los pueblos indígenas, tienen un profundo conocimiento de la naturaleza y han desarrollado prácticas de manejo sostenible de los recursos durante siglos. Su conexión íntima con la tierra y su respeto por la naturaleza son fundamentales para la preservación de los ecosistemas. Reconocer y valorar estos conocimientos tradicionales hace que Colombia pueda fungir como un faro para el mundo en la búsqueda de soluciones sostenibles para la protección del medio ambiente.
En un mundo cada vez más interconectado, la gestión de proyectos y el diálogo en el que se tenga en cuenta la diversidad cultural cobra un papel cada vez más fundamental. Es posible encontrar respuestas a problemas comunes a través del diálogo y la colaboración.
Además, la promoción de la igualdad de oportunidades y el respeto por los derechos de todos los grupos étnicos y culturales permiten un desarrollo equitativo. Lo anterior genera cohesión social y promueve la paz, factores fundamentales para el desarrollo sostenible.
Sin duda, el compromiso con la ejecución y cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, es una agenda de país que se fortalecerá en la medida que tenga espacio para todas las voces que dan vida a la esencia de los territorios.