Cuando comencé a leerlo me imaginé a una labradora chocolate que me crucé en una playa de Nuquí, me miraba, batía la cola y dejaba sus huellas pintadas en la arena, luego lamenté haber pensado en ella mientras leía.

Reseña de La Perra, escrito por Pilar Quintana.

Una pintura costumbrista es la forma como imagino que se dibujó este libro, la playa del pacífico colombiano y una pareja humilde de esas que se conocen desde muy jóvenes y ya se van a vivir juntos. Así son nuestros protagonistas, Damaris y Rogelio, quienes guían el relato pero a la larga no terminan siendo tan protagonistas como los son sus perros, en especial una hembra que Damaris adopta y le pone por nombre Chirli, como quería que se llamara la hija que nunca tuvo.

Pilar Quintana logra con su narrativa contagiarnos de los sabores, olores y, en general, sensaciones de una región geográfica rica en paisajes y cultura pero carente de dinero. A través de la historia de la pareja y el trato que tiene sobre sus animales, se nos permite adentrarnos en las costumbres del lugar y pasa de algo tan personal como esa crianza de sus mascotas, a las perturbaciones y presiones sociales frente a las prácticas y relaciones de dicho hogar.

Los personajes viven situaciones que en otro contexto seguramente no tendrían que padecer. Por ejemplo, el hecho de no poder tener hijos los lleva por una ruta de curanderos, chamanes y brebajes, algo que, a kilómetros de esa playa, no hubiera sucedido.

Página a página se devela el trabajo de investigación en el texto, de lo contrario, serían poco veraces los datos que brinda, desde el trabajo de un pescador con salario y el tipo de peces que atrapa según la zona donde se ubica, hasta la duración de un viaje a Buenaventura y los medicamentos que compran para desparasitar a los animales, los detalles brindan esa verosimilitud que con cualquier paso en falso hubiese podido caer.

El título de este libro no podría ser más preciso y a su vez llamativo, pasaron por mi cabeza varias hipótesis antes de leerlo pero no lograba relacionarlo con su carátula. Sin embargo, las primeras páginas te dan el contexto y todo cobra sentido, el cielo turbio y las chalupas desgastadas.

La tinta con la que Quintana escribió este libro, es una tinta adhesiva porque una vez inicias su lectura, no logras separarte de él hasta finalizar, se lee de un tajo pero se asimila con mucho más tiempo. Nos lleva de la desesperanza y la derrota, pasando por algunos visos de esperanza, hasta estrellarnos con la realidad.

Terminé de leerlo queriendo encontrar páginas adicionales que explicaran mis sentimientos encontrados, pero solo me quedé pensando en cómo Pilar logra que una persona buena haga algo malo y nosotros como lectores, solo miremos sin reaccionar de inmediato o sin saber qué postura tomar frente a los personajes con los que ya nos hemos encariñado.