Algunos libros es necesario leerlos varias veces. La primera cuando llega a tus manos, pero cuando los abres y encuentras que hablan de una etapa de la vida que no has vivido, debes dejarlos en la mesita de noche o en la lista de pendientes para cuando llegue el momento adecuado.

Si te digo que cada mujer no se posee a sí misma plenamente sino hasta que su cuerpo renuncia a ser la prolongación de otro cuerpo, y que es por eso que la vida dispone que vivamos más años ¿no te parece que hay sabiduría en eso? Es como si la Naturaleza estuviera consciente de que no nos pertenecemos en la época de la fertilidad y nos diera tiempo para alcanzar la plenitud.

Me faltan muchos años para encontrarme de frente con la menopausia, pero nada me alegra más que descubrir en el libro que quiero recomendarles hoy, la respuesta a mi ignorancia frente al tema y, en ocasiones, a mi temor de envejecer.

Reseña de El intenso calor de la luna, escrito por Gioconda Belli.

Emma, la protagonista de esta historia, es la viva imagen de una innumerable cantidad de mujeres; formó una familia, olvidó las metas individuales que alguna vez tuvo y se le pasó la vida en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, el día en que a Emma le deja de llegar la regla, temerosa por la posible pérdida de su feminidad, se sumerge en una serie de pensamientos en torno a lo que ha sido su vida como mujer, esposa y madre. Es en ese instante, el estar ensimismada en sus pensamientos, es cuando un suceso inesperado ocurre y se vuelven a despertar en ella sensaciones que creía extintas.

Qué pena, piensa, que viva la juventud con esa indiferencia.

Aunque como lo dije al inicio, no me identifico con el momento que vive la protagonista, este libro me hizo detener la mirada en aspectos con los que de una u otra forma no estaba familiarizada y que son tan comunes y tan ocultos a la vez. ¿Cómo asimila la pareja la menopausia? ¿El esposo intuye cuando ese momento llega? ¿La vida sexual mejora o se dificulta?

Es un triste cliché el imaginario del hombre al que le pasan los años y es un ‘veterano’ atractivo, la mujer en cambio tiene un afán por detener el tiempo o postergar lo inevitable, pero nada como disfrutar cada etapa y eso es justo lo que nos enseña el libro. Por un lado, tiene una historia un tanto novelesca que por momentos se vuelve un manual de salud y arroja fragmentos con información útil y verídica sobre la menopausia, para luego regresar a la historia y sus problemáticas existenciales y afectivas.

Su casa, desde que Leonardo, su hijo menor se fue a la universidad, se le cae encima de silenciosa.  Ha pensado comprarse un par de loras que hagan ruido, pájaros. Nunca pensó que la maternidad caducara, quedarse de pronto vacía y sin un propósito claro para seguir levantándose, vistiéndose.

Ejemplo de los temas que se ponen sobre la mesa son: el momento en el que los hijos dejan la casa, cuando hacer el amor con la pareja se convierte en rutina y experimentar no es una opción, y cuando alguien puede llegar a gustarte pero te atemoriza ser infiel (a pesar de intuir con un 90% de probabilidades que tu pareja ya lo ha sido).

¿Cómo podía esperar que su marido le hiciese el amor? Soy injusta, piensa. Rara vez cuando veo hombres mayores y panzones me pregunto cómo es que esperan que los quieran sus esposas. No se me ocurre dudar. Y sin embargo critico a las mujeres que no cuidan su apariencia y se abandonan.

La primera vez que leí a Gioconda Belli fue con El país de las mujeres, la historia de un lugar donde se presenta una transición de un estado mayoritariamente dirigido por hombres para pasar a un matriarcado, todo gracias a una serie de acciones y delitos desenmascarados por una periodista, el libro me gustó pero lo utópico de su argumento hizo que me decepcionara del mundo entero, de cáncer de la corrupción que bastante se ha mencionado recientemente en Colombia. Por un momento creí que El intenso calor de la luna sería del mismo corte, pero me sorprendió gratamente con lo cotidiano y cercano que es.

En últimas, quise escribir sobre este intenso calor y vitalidad de ser mujer porque entre más años pasan, menos quiero preocuparme porque pasen y Gioconda sin duda alguna me ha abierto los ojos para conocer algunas cosas que harán parte de mí y para que no me tomen por sorpresa. Así que cuando llegue la menopausia, tengo todas las ganas de enfrentarla con la cabeza en alto y no temerle sino disfrutarla.

El cuerpo es mucho más que hormonas. Menopáusica o no, una mujer sigue siendo mujer; mucho más que una fábrica de humores o de óvulos.