Jorge Alderete dibuja desde que tiene memoria. Durante la secundaria se enfocó como técnico químico, seguramente porque en esa época dibujar no tenía carreras específicas como ahora.

Jorge es más conocido como Dr. Alderete y nació en la Patagonia, Argentina, en 1971 y contra los pronósticos de aquellos que aseguran que del arte no se vive, Alderete estudió diseño en Comunicación Visual en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata y ahora vive de dibujar, de ilustrar y no solamente en papel, se destaca en la música, la televisión, entre otras.

Tuve la oportunidad de conversar con él debido al lanzamiento de su libro Tikea en Bogotá, y el inicio de la conversación me mostró a un hombre sabio que partió de una muy buena reflexión:

No hay garantías de nada, quizá nuestros papás pensaban: ‘Si estudiás para medicina vas a ser un médico exitoso, vas a tener dinero, te va a ir bien en la vida’, pero la realidad que nos tocó a nosotros es que por más que estudiaras medicina podrías terminar haciendo otra cosa, porque te pegó esta o la otra crisis. Entonces, si no hay garantías de nada, pasémosla bien, estudiemos lo que nos gusta y creo que ese es el consejo que nuestra generación le va a dar a la que sigue. Disfrutemos lo que hacemos porque no hay garantías de nada y ahí es cuando profesiones como la nuestra que antes se descartaban porque era una lotería, cuando todas son una lotería, la nuestra es una opción más.

Sin duda alguna Alderete disfruta de su profesión, pero en el camino encontró elementos que la nutren mucho más, entre ellos: viajar.

Tikea de Jorge Alderete.

Cuando leemos para descubrir y viajar a través de las páginas a un lugar que nos intriga, usualmente nos encontramos con historiadores, antropólogos, periodistas, pero a través del arte se puede conocer la historia de cada rincón del mundo y es así como el Dr. Alderete nos cuenta en Tikea su fascinación no solo por el lugar sino por sus tradiciones y misterios. Este libro es una bitácora de viaje, un recorrido a través de la mirada, de los trazos de Jorge Alderete.

Agosto 2012: Empiezo a ver “señales” de la isla en todos lados, moáis en las pantallas de una tienda de electrodomésticos, Rapa Nui en el circuito cerrado del Metrobús, me llaman de Outré Gallery en Australia para pedirme varias serigrafías con moáis

La Isla de Pascua podría ser el equivalente, en este lado del mundo, de las pirámides de Egipto, todos conocemos las famosas cabezas gigantes pero más allá de identificarlas por encima, no sabemos mucho, así fue como comenzó el interés de Alderete por esta cultura, cuando un libro con la historia de este lugar lleno de misterios llegó a sus manos y, sin que se diera cuenta en qué momento, lo atrapó por completo.

Marino holandés nacido en Middelburg en 1659. Considerando el primer europeo en entrar en contacto con Rapa Nui y bautizarla con su nuevo nombre: Isla de Pascua, el domingo de pascua de 1722.

Para saltar de los libros a la realidad pasaron muchos años, desde su perspectiva como turista en esa primera visita, donde lo más impactante fue ver la actualidad de la isla y no es para menos, sus lecturas narraban la historia del lugar desde una mirada europea, que es en su mayoría desde donde se cuenta (hasta ahora algunos de sus habitantes se han aventurado a narrar parte de lo que es su tradición oral).

Durante mi primer viaje a Rapa Nui (en octubre del 2012), conocí a mucha gente y conversé con mucha de ella, tratando, en general, de confrontar todo lo que había leído en los últimos años con lo que encontraba en la actualidad. A muchas otras me limité a observarlas, a veces apenado por mi intromisión, y preferí mantenerme al margen de situaciones cotidianas y dibujar. Dibujar mucho.

El primer proyecto de Alderete fue una exposición que contó con dos espacios; el primero fue en la isla y el segundo en México, en este segundo lugar la exposición requirió mucho más trabajo debido a que allí no se tenía el contexto donde nació la obra.

La exposición Tike’a, en el Museo Antropológico p. Sebastián Englert, en Rapa Nui, supuso un viaje a la memoria exótica que empapa las islas de los mares del sur. Una experiencia a la que se accede no sólo a través del contenido de la exhibición, sino, sobre todo, de la ilustración como medio de representación, lo cual nos recuerda vívidamente las imágenes que nos dejaron las primeras las expediciones europeas de los pueblos que habitan las islas de este vasto rincón del planeta.

Ahora bien, su enamoramiento por Tikea, lo lleva a recopilar 10 años, desde ese primer acercamiento superfluo a la isla, en un libro que no es otro más contando la historia (para eso ya existen muchos), lo distinto es que se cuenta desde un costado gráfico, desde el arte.