Su amor iba al ritmo de la música cuando se baila.
No tenía filtro. Ella amaba sin vergüenza alguna, ni de su piel ni de sus labios.
Era un amor ansioso, de muchas palabras, de muchos momentos.
Un amor de sentimiento y no solo verbo.
Éramos un amor de esos que se dan a la ligera, en los que el tiempo no alcanza.
De esos donde las caricias no se agotan, los abrazos no se acaban.
Tenía un amor de esos pasionales, duraderos.
Un amor claro.
Un amor a la antigua, de esos que se sienten en el alma.