Pedro y el lobo es un precioso cuento infantil sinfónico, de Prokófiev, que parece estar hecho para contar la historia reciente de Grecia. Resulta que Pedro era un joven muchacho, despreocupado, que no tenía en cuenta los peligros del campo y todo lo malo que había a su alrededor. Su abuelo, un hombre sabio, le advirtió de los riesgos. El lobo puede venir, le decía. Y vino.

Durante los últimos años, y más intensamente, durante los últimos meses, los partidos “tradicionales” europeos les han metido el miedo en el cuerpo a los griegos. La amenaza, ese lobo, se llama Syriza, y es el partido político que ha ganado las elecciones generales en el país heleno. Y lo ha hecho logrando casi la mayoría absoluta, se ha quedado a tan solo dos escaños de conseguir un resultado histórico.

Syriza le revuelve el estómago a muchos, como a la periodista Salud Hernández, pero también ilusiona a cientos de personas que, inmersas en una crisis económica, financiera y también de valores sociales, están hastiadas de mentiras sistemáticas. De que las políticas de austericidio los hayan llevado a situaciones que no imaginaron ni en un sus peores pesadillas.

Los datos del país son muy claros: el 23,1% de los griegos viven en riesgo de pobreza; más de las mitad de los jóvenes menores de 25 años no tienen trabajo ni esperanza de tenerlo; el salario mínimo ha bajado un 20% desde 2010 y los empleos públicos se han reducido casi un 40% desde 2009.

Caricatura: Manel Fontdevila @ManelFontdevila

Los que llaman extrema izquierda a Syriza dicen que Grecia saldrá del euro, que hundirá al país (¿más?) en un pozo tan profundo del que no podrá salir, y que son la versión griega de la revolución bolivariana de Chávez. Lo cierto es que Alexis Tsipras, su líder, es un man sumamente preparado, con una idea de Europa y del mundo bastante diferente a la que tiene la todopoderosa Angela Merkel. Y hasta el momento el modelo de recortes salvajes solo ha traído salvajes consecuencias.

Por otra parte sus defensores siempre olvidan recordar que el partido ha moderado mucho su lenguaje, ha tenido que adaptarlo consciente de la imposibilidad de aplicar muchas de las políticas públicas que proponían.

Pero el populismo no es exclusivo de una ideología política. Es la forma sinvergüenza de prometer, sabiendo que es imposible, un presente y futuro mejor para la sociedad. Eso lo ha hecho la derecha, la izquierda y el centro (si eso existe), así que Syriza no está haciendo nada que no hayan hecho ya otras opciones políticas.

El descrédito, las promesas incumplidas, la corrupción y la sensación de impotencia han hecho que hoy Grecia confíe, en un altísimo porcentaje en un partido que dice que otra realidad es posible.

Ahora queda por descubrir qué tan lobo es Syriza. O si el lobo lo hemos tenido siempre en casa, pero no lo vimos. O no lo quisimos ver.