Cuando un hombre embarazaba a una mujer tenía dos salidas igualmente poco decorosas: casarse por la iglesia inmediatamente después de la problemática concepción o salir huyendo como alma que lleva el diablo.
Cuando una mujer quedaba embarazada de un hombre tenía tres salidas igualmente conflictivas: pescar como sea al hombre que la dejó con semejante paquete, asumir la vida sola o deshacerse del regalito, bien sea abortando o dándolo en adopción.
Al ver la película Juno (2007), el debate de esta adolescente ante su embarazo prematuro se ha convertido en un pequeño estandarte de una situación que se hace más evidente entre los jóvenes de hoy: “No quiero tener hijos” ¿Ahora? ¿Cuándo? ¿Después del colegio? No con ese idiota.
Si antes la situación tomaba una resolución casi telenovelesca (los sentimientos no cuentan, mi hijo debe contar con su padre) en la actualidad la expresión “Ooops, quedé embarazada” suena mucho a chiste para romper el hielo. Frente al deber cristiano de Creced y multiplicaos, en la aritmética cotidiana de hoy solo cuentan las restas.
La ilusión de un hijo, qué maravilla. Pero tengo 22 años, vivo aún con mis padres y mi novia ya sale con otro, dejando al bebé de tres meses con su tía fumadora. El la visita cuando puede y tiene la plata para los pañales que le regaló un primo medio acomodado. Interesante cuadro de la vida real. Pero voy más lejos. Tengo 27 años, terminé mi carrera y deseaba irme del país a hacer mi postgrado…hasta que embaracé a mi novia. Desde entonces salgo a buscar trabajo en lo que sea, con el recuerdo de los plácidos días anteriores a ese fatídico polvo.
Más allá del debate sobre la sexualidad responsable está la del mejor momento para convertirse en padres. Este generación, la mía, es la generación pre Juno. Venimos de familias monoparentales donde muchas madres solteras sacaron el pecho ante una sociedad inflexible con los mandatos divinos, o bien, de matrimonios fundados en que la costumbre haga su parte, porque se juntaron la más fea con el más looser. Ahora que ya no es tan tímida la tendencia a evitar la responsabilidad de un hijo (con las implicaciones de salud pública que ello trae) siempre va por delante la lista de prioridades a nivel individual. A veces no es tan claro si se trata de encontrar el mejor momento o la mejor persona, por ello pregunto a los que me leen ¿los hijos siguen siendo bendiciones? Si alguno de ustedes ha sido padre muy joven ¿cómo ha sido su experiencia?
BOCADILLO: Seguro muchos ya lo han visto, pero es muy buen comercial, ganador de premios, y una justificación para comprar condones bastante convincente.