Sólo amanecí con las ganas. No quise comer nada. Anoche vi a mis padres durmiendo en su cuarto. Mi parcero ya debe estar en el colegio. De repente todo es tan extraño, tan monótono. No quiero estar más aquí. Es una mierda la vida, no hay lágrimas que derramar porque ahora no sé porqué llorar. Voy a estar muerto, y espero ver lo que sienten todos cuando desaparezca de esta porquería de mundo.

El estudiante que terminó sus días en el suelo del Colegio San Bartolomé esta mañana pudo haber pensado esto. Inquieta que jóvenes de escasos 12 o 15 años ya piensen en morirse. Son herederos de una expectativa frustrada. Las modas pasajeras, las amistades remilgadas, los amores incipientes y otros tantos refugios esconden la verdad de estas vidas que se aniquilan.

Los suicidas nunca han sido héroes para los adultos. Kurt Cobain dio pautas a muchos desahuciados morales con su disparo en la boca, pero revivió la angustia por ‘eso puede pasarle a mi hijo’. La pregunta ahora es cómo darse cuenta a tiempo, una idea para detenerlo. Cómo sé que mi amigo, hermana, tío o sobrina quieren matarse.

Una idea polémica es la de asumir la muerte provocada como una decisión respetable. Hay gente que lo defiende así. No obstante, si quieren mi opinión, el suicidio deja cosas inconclusas. Para matarse a los 13 años creo que se tiene más miedo de hablar que de encontrar una rápida salida a los problemas. Yo solo puedo afirmar que cuando uno es muy joven no siempre dice lo que piensa. Por eso hay que saber escuchar. La decisión de suicidarse puede ser tan silente que es común oír historias de ese día en que bromeaste con esa persona y a la mañana siguiente te enteras que salió de su casa envuelto en una sábana blanca.

El suicidio no es excluyente. Cualquiera piensa en ello. Y el plan B no consiste en vigilar y acosar, sino de animarse a conocer, a compartir. Comunicarse es fundamental para saber el estado de las cosas.

De otro lado, las amistades suelen ser depositarios de secretos. Ante un posible caso, los amigos son fundamentales para establecer la ruta de la desilusión emprendida por el personaje en cuestión. Si su hijo o familiar no confía en usted, es tiempo de reflexionar sobre ese hecho.  Véanme, existo, ¿por qué no verlos?

Ahora, suena terrible decirlo, pero el suicidio es un problema de salud pública. Los casos aumentan. No nos digamos mentiras: los servicios de orientación en las instituciones suelen ser más tribunales de la inquisición, o atendidos por personas sin ningún tacto para manejar las situaciones. Faltan redes de apoyo para padres y alumnos. En definitiva, falta una pedagogía no solo orientada a la prevención, sino a la convivencia con el duelo. Por eso es importante pensar en la manera de asumir la pérdida.

A los que me leen ¿qué experiencia los ha marcado al respecto? ¿Han intentado suicidarse? ¿Dónde buscar ayuda?

juanchopara@gmail.com

BOCADILLO: Hold on if you feel like letting go… (Espera, si sientes como irte) Hace cinco años Good Charlotte, grupo estadounidense,  hizo un buen video sobre este tema. Y da muchas ideas. Click acá para verlo