¿Por qué deshacerse de un hijo o una hija? ¿Quizá evadir una obligación? ¿Evitar que se descubra una doble vida?
El caso de Orlando Pelayo va más allá del acto criminal por el cual terminará en la cárcel el resto de su vida. La verdadera situación que revela su comportamiento es algo que no ha cambiado de fondo, una situación con la que convivimos diariamente y se niega o se ignora de plano. Es precisamente la responsabilidad de ser padre.
Hablo de la impronta de macho cabrío con la que suelen educarnos cuando apenas rompemos el cascarón ‘Eso mijo, tenga todas la viejas que quiera’ ‘¿Tres chinos ya? Igualitos al papá…bueno, Dios proveerá’ ‘¿La preñó? Pues mijo, ¿quien le asegura que es suyo?’ En esa moral de medio pelo (y muy seguramente a muchos más en el continente) se solazan hombres como Pelayo, quienes dejaron subir la esperma al cerebro para procrear irresponsablemente y luego celebrarlo con sus buenas polas, o bien, encontrar a como de lugar el remedio más fácil cuando el problema necesita pañales, comida y afecto.
No es gratuito que Colombia sea un país de madres solteras. En el censo de 2005 se encontró que de 100 hogares, 30 tienen como jefe de hogar a las mujeres. Ante la ausencia y la desilusión por el compañero (ocasional o no) que desaparece como por arte de magia, muchas mujeres asumen su condición de madres con el apoyo de su familia. Pero el factor económico es bastante determinante, sobre todo si hablamos de mujeres cuyas condiciones económicas no son las mejores. Buena parte de las madres solteras, muchas veces movidas por la necesidad o por el interés, recurren a las demandas por inasistencia alimentaria o pruebas de paternidad para hallar un alivio a la ‘carga’ que representa ese hijo no deseado.(En Bogotá, se reciben al año 2.500 solicitudes para practicar pruebas genéticas que comprueben la paternidad)
El que incumpla, paga cárcel. Las penas por este delito van de los 2 a los 4 años de cárcel. Y no son pocos los hombres que se encuentran en el país purgando condenas por tratar de desprenderse de la obligación.
En ese marco de circunstancias, cuando ser papá es ser dinero, cuando ser papá es ser macho y ser papá es ser vivo podemos esperar sentados en un sillón a que en este país que consiente a sus machos, otros padres abusen silenciosamente de sus hijos, extorsionen a sus afligidas compañeras o engañen a sus otras familias….Ah. También podemos esperar más crímenes.
Para los padres que me leen, les va esa reflexión. Incluso para el mío. El también huyó. Dejó a mi madre sola. Puedo ser su fiel retrato pero no su mejor ejemplo. Por algo siempre al final se dice: ‘Madre no hay sino una, papá cualquier h.p.’
P.D. Y va el insulto por el manejo tan inapropiado de esta escabrosa historia, que opacó la aparición de más de 60 cadáveres de jóvenes en el territorio colombiano. Muy oportuna la noticia para obnubilarnos a la hora del almuerzo, con chillada y todo. ¿Había algo especial en esta muerte que mereciera semejante despliegue? Hay más familias rogando porque sus hijos no aparezcan en bolsas plásticas. Hay más muchachos por ahí pudriéndose. ¿Por qué no hemos llorado las otras 520 veces de este año, por los demás niños y niñas? Pero como nos gusta el show y el drama, los medios nos dan lo que nos piden Por todos ellos hago luto. Como siempre, la muerte es muy conveniente para favorecer los intereses de algunos. La muerte es distracción.