Si el capítulo anterior fue el reciente traslado a la casa nueva, el capítulo nuevo es que esta ciudad se puso cara. La independencia estuvo bien en épocas de bonanza o hasta incluso de rebeldía hippie sesentera, pero en pleno siglo XXI donde vale malo conocido que bueno por conocer, el asunto se traslada a pensar en cómo rinden mejor los gastos al momento de tomar la decisión de vivir solo.

Encontrar el sitio ideal es el primer paso, cuya odisea será parte de otro post, los primeros días ya los comentamos en el post anterior. Ahora la cruda realidad nos revela que no-se-puede-con-tanto-gasto y vamos a tener que compartir con alguien.

Esa película Mujer soltera busca, donde Bridget Fonda comparte una suite con una adorable psicópata es mi enfermiza secuencia de lo que no debe pasar en un apartamento. En otras palabras, como lo dice la voz lúgubre del trailer «¿cómo cerrarle la puerta al terror, si tú lo invitaste a entrar?» ¿Qué tanta pesadilla puede ser encontrar el room mate perfecto? ¿O cuáles son esas pesadillas recurrentes?

1) La familia. Primos, sobrinos de una tía, hasta hermanos son la primera alternativa de convivencia. Según el nivel de empatía, funciona, pero los problemas comienzan cuando cada uno de ellos saca a relucir los defectos (como con todos los demás casos) y peor aún, se convierten en fiscales adhonorem de nuestras vidas. Muchos amigos y amigas autodenominados mártires de calvarios, subrayan enfáticamente que las malas experiencias con los parientes arruinan hogares, por lo que siempre será mejor buscar nuevos aires.

2) La pareja. El amor es ciego, sobre todo si en menos de tres meses o máximo dos años, te hace creer que esa persona cumple los requisitos para estar en tu espacio. Aunque nunca se conoce al enemigo, lo cierto es que hacer de las relaciones un medio para salir de la casa sin estar seguros del compromiso que ello implica, de la renombrada estabilidad y la empatía en todos los niveles, las cosas terminarán peor de lo imaginado…hasta sin televisor te dejan, por aquello del estatus alcanzado tras dos años de estar «libremente amarrados». En esa situación, siempre será mejor la ecuación uno esta mejor con uno.

3) Room mates por regiones. Sin afán de generar una rivalidad sobre la peor o mejor región exportadora de compañeros de apartamento, la solución está en ver más allá de eso: personas que sepas que tienen cierta afinidad y con las cuales las diferencias son negociables. Si le parece que los costeños hacen mucha bulla y usted ni sabe que es una discoteca no entrará en ese dilema.

4) Room mates por sexos. ¿Las mujeres son mejores compañeras de apartamento que los hombres? Vaya uno a saber, pues no creo que el sexo sea una categoría a tener demasiado en cuenta, a no ser que usted se pasee desnudo en su casa y no tenga esos complejos. No siempre tres hombres en un apartamento son el mejor ejemplo de un hogar legalmente establecido.

El punto es no arrendarle al que sea porque la presión por el siguiente mes apremia, dése tiempito para analizar la mejor personalidad que se adecúe a lo que busca, siempre y cuando paguen a tiempo. Para los que me leen ¿en que lío jarto han terminado metidos por cuenta de un mal compañero de apartamento? ¿Cuál es el consejo que dan para los que buscan uno?

juanchopara@gmail.com