La convocatoria «Porte su dosis de personalidad» del próximo 26 de marzo no será una marcha aislada. Por donde se le mire va a socavar los ánimos de una buena parte de ciudadanos que aún igualan al adicto con un criminal o un ser necesitado de ayuda en todos los niveles. El mismo efecto causará en aquellos tímidos consumidores que aunque no salgan a marchar por no ‘boletiarse’, esperan a que siente un precedente sobre los esfuerzos por mantener la legalización de la dosis personal en nuestro país.
Por eso,para despertar la lengua brava de los primeros y sonsacar algun estertor de los segundos pregunto
-Siendo un país productor, ¿no cae bien que sus ciudadanos certifiquen la calidad de mismo?
-¿El cigarrillo, el alcohol y el café son los niños bien del paseo?
-¿Fumarse un porro para calmar el estrés no tendría equivalencia en comerse las uñas?
-¿Lo rechazan frecuentemente porque despide un inconfundible olor a bareta y tiene los ojos salidos de las órbitas?
-¿Las drogas lo salvaron en el estudio o, por el contrario, lo hundieron hasta el cuello?
-¿Cuántas veces se arrodilló en el inodoro por cuenta de un mal pase?
-¿Le fue bien teniendo sexo con algo de ayuda ‘profesional’?
-Si es consumidor, ¿llegó a intimidarse con aquella campaña de los ochenta del tipo que terminaba hecho piltrafa o se cagó de la risa con la campaña noventera del man que se aspira la caspa?
-¿Es de lo que dice ‘fresco hermano, no le va a dar ni cosquillas, hágale’?
-¿Réquiem por un sueño le hizo desistir de inyectarse?
-¿Amanenció tirado en alguna calle sin acordarse de nada?
-¿Va a llevar su dosis de personalidad este 26 de marzo a la Plaza de Bolívar? (Aun si considera divertido ver la cara de los policías del edificio del Senado cuando los más entusiastas saquen su baretico)
Si se considera un Drogo Reprimido, seguramente aplaudirá la iniciativa desde la casita.
Si se considera un drogo resentido, aunque no vaya, le echará la madre por igual a gobierno y consumidores.
Si se considera un drogo perseguido, aliste pues su dosis: todos tenemos adicciones y no todas son sustancias. Desde los chocolates al sexo hay un largo trecho de posibilidades. ¿Se atreve a confesar públicamente a qué es adicto?