Ayer que inició oficialmente la Semana Santa mi madre llamó con su acostumbrado afán para preguntarme una sola cosa: ¿Ya fue a misa?» Y yo, sin contemplaciones le expresé: «La verdad no, ya como que perdí la tradición».
Quizá parezca excusa pero la vivencia de la espiritualidad en esta época no viene mediada por sumar indulgencias para ganar el cielo (¿acaso sabemos de uno más allá de la muerte?) sino de encontrar la tranquilidad en el ahora, en este chance de convivir con nuestros semejantes. No obstante, desconcierta la vigencia de la fe que pasa por alto episodios recurrentes al interior de los diversos cultos existentes.
Ya saben a que me refiero ¿cierto? La pedofilia instalada comódamente en el seno de los altos jerarcas de la Iglesia, que a pesar de su posición son ‘hechos aislados’, los cuales no deben minar su convicción sobre la vida honorable de los representantes de Dios en la Tierra…¿o sí?
Para los que me leen y son católicos, ¿esta clase de escándalos los ha cuestionado sobre su permanencia en su religión o simplemente los abstiene de confesarse ante algún sacerdote? ¿Qué imagen tienen de estos ‘santos varones’ tras dimensionar el alcance de estos sucesos?
Desde luego la pedofilia o cualquier clase de vulneración a los seres humanos no es exclusiva del catolicismo. Basta con mencionar el involucramiento de pastores cristianos en hechos de estafa u homicidio, o la divulgación de lo que sucede al interior de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Últimos Días en Estados Unidos, en un gran reportaje realizado por el periodista Scott Anderson para la revista National Geographic en el mes de febrero de este año, cuya simple narración reveló aspectos ignorados acerca de esta religión, bastante controvertidos por cierto.
De cualquier culto se dicen cantidad de historias, unas con más tinte de sensacionalismo que de verdad, pero que terminan influyendo de un modo u otro en el corazón de los adeptos y provocando deserciones en masa, lo cual despierta otro tipo de cuestionamiento ¿Es posible la crítica al interior de las mismas, o basta solo con salirse y asunto arreglado? La fe como convicción puede cambiar de ropaje cuando quiera, pero si la consideramos un principio fundamental, ¿no es desleal con los mismos cultos abandonarlos a su suerte?
Precisamente por la insatisfacción que despierta cualquier pasión humana es que le dije a mi madre que ya no voy a misa. Hay otro tipo de construcciones que me permiten sentirme en contacto con mi interior y con el mundo que me rodea, contactos directos que apenas exigen de mí voluntad y amor por lo que hago, fuera de diezmos, obligaciones contractuales y una falsa necesidad de aparentar lo que no se es.
¿Y usted, se siente más cercano de su culto? ¿Cómo vive su espiritualidad si no hace parte de alguno en particular?
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