¡Eche no joda! ¡Tremendo vacilón!…pero el que nos pegan los canales privados con su ‘regreso a las raíces’ de un género que nos dio fama (pero a nivel local) Hoy se anuncia la llegada al prime time nacional de ‘Chepe Fortuna’, otra telenovela y con marcado acento costeño, que, cómo no, reúne prácticamente a connotadas glorias de la actuación, las cuales precisamente se regodearon del éxito por participar en esas ‘raíces’ (Judy Henríquez, Carlos Muñoz, Margalida Castro, etc)
La razón que motiva este post es a analizar porqué la región costeña es ahora el popular conejo blanco esgrimido por los genios creativos de la televisión nacional. De historias regionales con marcados acentos geográficos y culturales a la neutralización mexico-telemundiense ahora se pretende devolver un sabor local a la parrilla nacional bastante artificioso. Lo peculiar del caso es que no es la única producción. En menos de dos años hemos visto novelas salpimentadas de caribe que nos hablan del ‘realismo mágico’ gaciamarquiano o, para no sonar tan intelectuales- de la frescura y alegría de esa región del país, como si las demás fueran resguardo de velorios y chistes mal contados.
¿Cuál será la fórmula caribe? ¿La piel? ¿Los cuerpos exuberantes y brillosos por el sol? ¿El cachondeo sin consecuencias? ¿Un machismo arrollador? En esa pretendida ilusión de vender cultura de la forma más masticable posible hace falta oír las voces de la gente real, de la gente de esa región que tiene el privilegio de ser promocionada continuamente por la ficción como algo pintoresco y aséptico, mientras que lo que se llame Valle, Medellín y Bogotá apenas les alcanza para ser escenarios de relatos escuetos sobre traquetos, bala y pedantería.
Unos dirán: se lo tiene merecido, la costa colombiana tiene todo el encanto y merece ser exaltada. Pero ¿por qué no tendría la misma suerte por ejemplo, la región de Nariño? ¿O los santanderanos? Suena inverosímil que los productores se enfrasquen en la tarea de crear una idiosincracia telenovelera que le de gusto a todo el mundo, pero no cala tampoco que siempre sea la playa y el mar lo único que refleja esa buena ‘colombianidad’.
Tal vez la razón sea económica. Claro, vende más el relax del trópico y la poca ropa. Mejor aún, genera divisas para la región, con el talante fantástico con que las promueven. El Nuevo Dorado, el Chibcholywood no ha sido el parque de la 93 o la comuna 13 de Medellín. Señores, hemos tenido, tenemos y tendremos nuestra Meca entre las murallas de Cartagena. Así de simple.
Para los que me leen y tratan de saborearse alguito de la televisión nacional ¿qué piensan de la nueva ola costeña en las producciones? Los que son de la costa ¿qué bien y que mal les ha traído la manera como son representados?