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El primer escándalo mediático del 2011 tiene tanto de largo como de ancho. Y de paso, polariza al país en cuanto a las particularidades de las costumbres en cada región. Cambiemos por un instante de escenario: si Silvestre Dangond fuera bogotano ¿ex magistrados levantarían voces de protestas? O si se tratase de alguien más famoso, tipo Juanes, y no hubiera sido un pellizco sino un beso, además de la entrega de los pesitos, ¿no saldría como un ejemplo del cariño del artista hacia los fans?

Sin cuestionar lo que menciona la ley al respecto de los actos sexuales abusivos, o los derechos de los niños y niñas, lo que este episodio revela una vez más es la doble moral con la que reacciona la sociedad. ¿Cuáles son los límites de un manifestación pública? ¿Quién establece en cada caso lo que es una chanza, caricia o atrevimiento?

Para nadie es un secreto que hay costumbres en el trato dependiendo de la región. Pongamos el ejemplo del ‘marica’ con el que saludan los jóvenes ¿Es una invasión a la privacidad? Son lecturas muy entre líneas, pero a ese nivel podemos llegar cuando héroes no tan anónimos reclamen derechos a favor de los desfavorecidos. Lo cierto es que aún con el perdón público expresado por el artista durante el fin de semana pasado la pedrada ya fue lanzada. Pregúntese si algunas de las actitudes y comportamientos que sostiene con sus semejantes dejan de ser ‘habituales’ y pasan al terreno de lo ilícito. Pero también quién sale ganando en medio de este río revuelto. Ahora, en los videos que circulan y se han emitido en los noticieros se aprecia claramente el rostro del menor, así que si hablamos de vulneraciones pensemos en este detalle. 

Para los que lean este comentario ¿qué opinión les merece esta polémica?

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