Tengo sentimientos encontrados, ahora que acaban de entregarse los Óscar a lo mejor del cine estadounidense y mundial, porqué no hay un reconocimiento que haga lo propio en la industria del entretenimiento en cada país.

El reclamo es igual en México como en Colombia. ¿Premios de una revista que es parte del negocio de los dueños del aviso? ¿Estatuillas escogidas por un jurado obligado a rastras a calificar qué es lo mejor de la TV?

En el caso de los India Catalina, reconozco el esfuerzo de la organización del FICCI por darle relevancia a la pantalla chica en medio del ‘glamour’ del cine. No obstante las buenas intenciones sirven para hacer caridad, no para destacar verdaderamente la excelencia.

Vamos por partes. En mi concepto, era más clara antes la diferencia entre serie, miniserie y telenovela. La periodicidad y la libertad creativa eran algunos de esos elementos que permitían establecerla. Ahora ¿me van a decir qué tiene Rosario Tijeras de serie y qué no de telenovela? ¿El tema? Si hago una historia de amor con narcos ¿eso la convierte automáticamente en serie? Por otro lado, ¿es exclusivo de las telenovelas emitirse a diario?

Ese tipo de licencias que se han tomado los creativos y canales pasan desapercibidas al público común, quien cree de todas maneras que lo que se emite a diario y plantea un conflicto amoroso es telenovela, sin importar que sea de vanguardia, cómica o de suspenso. Aún así encontramos en las categorías de los India Catalina que cuando convienen van separadas y cuando no, son una misma cosa. No son comparables los recursos destinados a una telenovela que a una serie como para creer que en el apartado edición de fotografía compitan por igual.

Hablemos de los jurados. Tal vez buscando cierta imparcialidad se ha dispuesto que el grupo se integre por prestigiosos escritores, periodistas y uno que otro gestor cultural (la cuota costeña además) Pero justamente es lo que me genera más rasquiña ¿Germán Castro Caycedo, jurado del 2008, ve telenovelas? Este año: Florence Thomas. Jajajajajaja.  Más risible para donde. Y con todo el respeto para las colegas periodistas de cultura de El Tiempo y El Espectador, no se cubre de verdad la fuente de farándula y televisión como para considerarlas jurados por encima de la categoría televidente. No se puede escoger solo por el parámetro ‘me gusta – no me gusta’. De ser así quiero mi silla en Cartagena para la edición 27 de estos premios. Este es un lunar gigantesco, como lo menciona Alberto Posso, enviado especial del diario El País. Además de la falta de articulación del gremio artístico para reconocer a sus iguales hay que decir que el periodismo y la crítica de televisión resulta tan despreciable que cualquiera puede hacerlo, pues se ve como material de relleno. Omar Rincón y Germán Rey no iban a aceptar una invitación más, so pena de ser considerados enemigos de uno u otro canal. Y, la verdad sea dicha, no hay quien más lo haga con apropiada solvencia. Nos falta ver allí sentados a la Negra Candela o a Carlos Giraldo de Sweet, y aún así les creería más pues hace parte de su cotidianidad.

Diciendo esto miremos los ganadores. Ya no resulta novedoso que las categorías principales las gane el canal RCN: esa ha sido la constante y la mayor fuente de suspicacias, tratándose de un premio aparentemente desligado de la infraestructura del canal. Nos resulta auspiciante del festival de cine y eso lo explicaría todo.

Para resumir: A Corazón Abierto es la mejor ‘serie’ colombiana, pero no gana ninguno de sus actores, escritores o técnicos. La mejor novela es Amor Sincero (¿no era serie?), y deja fuera de combate a La Pola, que de lejos debió ganar.  Si nos la enchutan para el 2012 confirmará una vez más lo inútil de esta celebración. 

El apartado de mejor libreto se presta más a confusiones que a controversias. ¿Se premia la originalidad del argumento o el contenido del libreto en cuanto diálogos, caracterización de personajes, desarrollo de la historia? ¿Una depende de las otras o son independientes para entrar a juzgar algo como libreto original?  Entiendo el adjetivo original como ‘propio de’, y una adaptación o versión libre, aunque tenga el sello del libretista, NO se trata de su idea,  el tema, personajes, ambiente y demás no los creó. Por eso existen en los Óscares premios a los guiones originales y guiones adaptados. Carlos Duplat y Luz Mariela Santofimio nos han regalado grandes historias como Amar y Vivir (original de Germán Escallón pero con libretos de ambos) y ni que decir de la estupenda adaptación de Cuando Quiero Llorar no Lloro, obra literaria del venezolano Miguel Otero Silva. Creo que la Fundación debe aclarar a los jurados su concepto de original con respecto a qué, para evitar esta clase de interpretaciones.  

Lo rescatable de esta celebración quizá sea la luz que ve la televisión regional, así no tenga impacto o recordación entre la audiencia, pero cae en la trampa del jurado que la elige, pues hacerlo con criterios distintos a los técnicos me parece osado y poco justo. Es evidente: salvo Lisandro Duque y Maribel Abello, los demás fueron de paseo. Bien por todos los nominados y ganadores, ojalá veamos alguno de estos trabajos en televisión masiva o You Tube.

Ni hablar en el caso de premiar noticieros. Noticias Uno ya merece premio ad infinitum. Sugiero que esa categoría sea eliminada y le den oportunidad a informes especiales o un verdadero reportaje para televisión, pues hay más esencia en ello que en repartirse la bola entre los mismos de siempre.

Por supuesto, Caracol tiene premios de consolación, no tanto por su inacabable mala racha, sino por su poco interés en recibirlo, totalmente justificado.

Ahora hablemos de la emisión: un desastre. Errores técnicos, afán… ¿que más le gastamos a eso?

Es hora de tomarse en serio el negocio. La gente trabaja por hacer dinero, pero aún supongo que por hacer algo de calidad, así que merecen premios acordes a ese objetivo. Nos quedan los TV y Novelas y los Simón Bolívar.

¿Qué opina usted de este tipo de premiaciones? ¿Sí corresponden a la realidad?

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