Me parece que vivimos una neo inquisición. En pleno dominio de internet, cuyo dominio está abierto a prácticamente todo lo que podamos imaginar, los organismos veedores de la televisión se abrogaron el papel, con resultados dispares, de defensores de la moralidad y las buenas costumbres, como si ello les representara popularidad o justificara sus costos de funcionamiento.
Hoy tengo varios casos para analizar pero me centraré en dos que llaman la atención por el grueso del debate que están proponiendo. El primero tiene que ver con el más reciente video de Rihanna, la cantante pop que se disputa la popularidad con la fastidiosa Lady Gaga y otras tantas estrellas freak-teen. Ahora decide exorcizar sus demonios, movida tal vez por un excelente manager, que la llevan a hablar en el video de «Man Down», su reciente sencillo, de violación y justicia por mano propia. (A propósito, los creadores del villancico El Tamborilero deben cobrarle el plagio del ropoponpon)
¿Cuál es el escándalo? El Consejo Parental de Televisión de Estados Unidos aduce que la cantante perdió la oportunidad de enviar un ‘mensaje positivo’ a la sociedad y optó por hacer una apología a la venganza. El debate, más que artístico, se centra en una absurda tesis de la «regulación moral» de las figuras públicas, pues por el hecho de ser íconos deben ser y transmitir ejemplos de vida. La verdad es una tormenta en un vaso de agua. El video no dice nada nuevo (ya Aerosmith lo planteó en «Janie´s got a gun», video dirigido por el hoy aclamado David Fincher) por lo que el efecto conseguido es de aumentar el interés hacia el mismo. ¿Acaso el temor es que cunda una epidemia de asesinatos por parte de jovencitas abusadas? ¿Cuándo la gente aprenderá a diferenciar ficción de realidad?
Retratar una verdad no es incitarla: es de cada quién en su estructura de valores y personalidad cómo entiende los mensajes provenientes de la cultura. Pienso más bien en la cantidad de masacres en colegios estadounidenses, en donde el siguiente parece motivado por superar el anterior. Ahora, es muy ingenuo pensar que si todos los talentos del mundo salen en noticieros hablando de amor y paz mientras abrazan conejos blancos todo el mundo será amoroso con los demás. No es su obligación. Los malos ejemplos precisamente están en la cotidianidad ¿y quién sale a decir que están mal? Charles Manson morirá pronto y pervive su nefasto recuerdo como imagen kitsch en camisetas estampadas. Tal como le pasa a Pablo Escobar.
El otro caso es la controversia (vieja por demás) del recorte de escenas lésbicas y/o violentas de la serie La Reina del Sur. Terció en la discusión el creador de la obra literaria, Pérez Reverte, al hablar de que esta versión (la coproducida entre Telemundo, RTI y Antena 3) al referirse a la adaptación como un «culebrón largo, canónico, con las limitaciones, defectos virtudes y eficacias de un género allí clásico», criticando por demás otra versión de su obra hecha en España a la que no bajó de bodrio.
El hecho es que en México la empresa Televisa, quien la emite en su señal de Galavisión, ha optado por recortar las famosas escenas, lo que ha causado enojo en la teleaudiencia y en la producción, comenzando por la protagonista Kate del Castillo. En Colombia la CNTV envió un ‘jalón de orejas’ a Caracol TV para cambiar de horario la emisión pues en su semana de estreno varias fueron las quejas de padres de familia por los contenidos no aptos para menores de edad.
Los latinoamericanos, que nos ufanamos de incursionar en grandes ligas como realizadores, somos pésimos televidentes. Si bien existen códigos de regulación para que los canales acomoden su oferta sin incomodar a los diferentes públicos, lo cierto es que estamos a años luz de verdaderas realizaciones (saco a Brasil de este paseo) por cuenta de la enorme incultura de la gente, acentuada además por entidades que nada aportan a la construcción de ciudadanía. ¡Si no le gusta pues no la vea, cambie el canal o lea un libro ala! ¿No que preferimos Discovery o Disney antes que cargar la cruz de producciones que ofenden nuestros valores? ¡Y con el mismo descaro salen a reclamar obsequios durante las campañas de promoción de estas series! Por suerte la CNTV se irá dentro de poco. Solo esperamos no tener un consejo de padres como el del Tío Sam.
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