Hablar de lo mal que está la popularmente conocida como «señal del molusco» ya resulta un deporte nacional. Bloggers, foristas, comentaristas de TV y cuanta reunión de abuelitas se pueda imaginar no dejan de suspirar por «el pasado» de una productora que pasó a ser canal hace casi 13 años.
Las novelas de los 80 eran sucesos Caracol (Pero sigo siendo el Rey a Gallito Ramírez). Las series de los 90 tenían sello Caracol (desde Escalona hasta La Mujer del Presidente) El nuevo milenio sorprende al ahora canal con un esquema de negocio entre las coproducciones, la expansión internacional y, tras experimentar algunos golpes de suerte (las narcoseries, sin duda, son de Caracol) experimenta una crisis de identidad que se evidencia en el escaso respaldo a sus nuevas producciones desde hace ya dos años.
Aunque es prematuro hablar de una debacle institucional, lo cierto es que las millonarias inversiones en la franja nocturna con todo tipo de malos resultados le dejan como conclusión que El Desafío, ese gastado remedo de reality, es lo que apenas despunta de su oferta. Pero vamos un poco más atrás, ¿quién iba a imaginarse que reencauchar El Precio es Correcto también saca la cara en un horario difícil?
La previsión es esta: los concursos diseñados por el canal dan un paso adelante de las producciones de ficción, si bien la factura de los mismos tampoco es que lo deje a uno con el ojo cuadrado. Más dinero o mejores premios no son precisamente innovación, sino necesidades de adaptarse a la realidad (aunque las ollas a presión siguen siendo de primera necesidad), por lo que la estrategia sí llena un vacío en el área de entretenimiento y es fórmula ganadora. ¡Entonces que vuelvan los shows musicales!
Ahora bien ¿es el final de las ficciones made in Molusco? No, desde luego. Mirando hacia la internacionalización de la empresa, cuyos ojos están muy puestos en las comunidades latinas de Estados Unidos, no solo lanza un nuevo canal, Época (para recordar sus glorias) sino arriesga en el diseño de formatos con técnicas cinematográficas. Tal es el caso de la expectativa anunciada con Infiltrados, la «serie policíaca» hecha con todo el rigor característico (o sea copiando lo más que puede al modelo gringo)
Esta nueva serie (porque las novelas como que perdieron brillo) iría en reemplazo de La reina del Sur y su trailer, bien realizado además, me deja el sinsabor de la clase de «homenaje» que haría sobre un tipo de fuerza pública quizá inexistente o sobredimensionado, en aras de cautivar a la audiencia con la espectacularidad de secuencias de acción y efectos especiales de primera línea. ¡Ya me imagino a los señores de Be TV hablando de primera temporada, un esquema de producción que no acaba de instalarse en el común!
Lo curioso es que RCN está pensando en una idea parecida, con lo que ya podemos respirar tranquilos (sarcasmo) La televisión nacional en vez de avanzar, retrocede a pasos agigantados. Solo nos vemos como escenario barato de emporios estadounidenses (Mentes en Shock es un desaguisado) y el renombre que tuvimos hasta hace un tiempo se diluye sin que nos atrevamos a enfrentarlo.
A este lío sumemos la fracasada licitación del tercer canal. Temporal, pero fracasada al fin y al cabo. Entonces entendemos que como espectadores recibamos concursos y series policíacas como agua tibia. Yo sí exijo televisión de calidad, no soy de los que creen que apagándola, o ampliando mi señal de cable me olvido del país en el que vivo. Acá se hace un buen trabajo, hay gente dedicada a esto con el alma, y si nuestra reacción es la de atacar en vez de construir pues nos merecemos la televisión que nos dan. Puede ser que para los canales no existamos como audiencia sino como cifras. ¡Los defensores del televidente compiten en rating con las películas porno soft de Multipremiere! ¿Acaso las críticas solo tienen voz después de la media noche?
Que sirva el desahogo para pensar entre todos ¿hay alguna manera de mejorar el panorama que se avecina para nuestra televisión?
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