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Hace unos días veía el final de una película que me sobrecogió: Tarde de Perros, con Al Pacino. Esa en la que roba un banco e involucra a un inexperto compañero en su aventura por obtener el dinero que usará para el cambio de sexo de un tipo que dice amar. Solo los tres últimos minutos me dejaron mudo. Se preguntarán ¿y qué carajos tiene que ver con el tema de este post? El atraco, que debía durar tan solo 10 minutos, duró 8 horas. Los rehenes ya les tenían simpatía. La gente estaba histérica en la calle. En el fondo, sin importar los motivos de semejante despropósito (por cierto, una historia  de la vida real) yo no quería que a Sonny y a Sal les pasara algo malo. Más aún, que la película no se acabara. Pero se acabó.
La analogía que trato de establecer es apenas un ejemplo de la vida cotidiana: hay cosas que parecen no durar más que diez minutos y, sin embargo, se quedan en la mente por mucho tiempo…hasta cuando acaban. Harry Potter era de esas cosas que parecían episódicas, un libro más para las estanterías olvidadas de las bibliotecas, una película de blockbuster o de relleno los domingos en la tarde. Pero gracias a una combinación de factores, entre los que destaco el vacío que llenó un personaje de ficción tan cercano a la realidad de muchos niños y adolescentes, consiguió algo que muy pocas cosas en la cultura han obtenido: hacer mucho dinero y pasar a la posteridad.
Como libro su éxito es evidente: puso a leer a una generación dominada por las máquinas y el cada vez más temprano despertar sexual. Como películas le dio vida a un culto y una estética que, por más freak que se vea, es una identidad que reclamaron para sí jóvenes menores de 16 años, con serios abismos de comunicación en sus familias y con el deseo de encontrar un mundo a la medida de sus fantasías.
Podría hablarles del dinero hecho: cerca de diez mil millones de dólares si incluimos artículos de mercadotecnia, venta de sus DVD’s, parques temáticos, lo que quieran, y la cifra se queda corta. Pero la lectura que propongo de Harry Potter es como fenómeno cultural. ¿Tendrá el peso necesario para continuar dejando huella entre miles de fans imberbes que inevitablemente crecerán? ¿Cómo se imaginan la generación adulta que ahora llora por el final de una de las sagas más rentables de todos los tiempos? ¿Veremos en el 2018 su octava película en las tardes emocionantes de RCN? Y lo mejor ¿Habrá algún héroe que se le iguale o supere en la misma proporción?
Harry Potter es un héroe defectuoso, a pesar de su edad. No soporto sus lentes y esa cicatriz en la frente (al menos no tiene un disfraz con calzón afuera) Su actitud sobrada, en ocasiones. Sus amigos de baja autoestima que no desean opacarlo. Aún así, a pesar de la indiferencia que genera en muchas personas, es un absoluto regalo.
Si usted es fan de HP ¿qué cree que le aportó? ¿Qué mensaje le deja a la cultura un fenómeno de este tamaño?
Si usted odia o ignora a HP ¿qué le hubiera cambiado? ¿Cree que resistirá el paso del tiempo?
P.D. Mis condolencias a la familia y amigos de Mauricio Miranda, el reconocido libretista colombiano que nos abandonó la semana pasada. Esperamos que, como con su obra, su legado humano perdure…MENOS en el remake o reboot de La Mujer del Presidente…¡la idea más estúpida que se le pudo ocurrir a Caracol!
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