La semana inicia con el agrio sabor que dejó la realización de la jornada inaugural del Mundial Sub 20 en nuestro país. No es asunto que colme los diarios y noticieros internacionales, no es una moda, había más pasión en el funeral del Joe Arroyo pero igual es una justa orbital, y en esa medida las dimensiones artísticas centraban sus expectativas en la ingenua pretensión de «lavar» la cara de nuestro país con un evento de altura.
La ceremonia de inauguración no es el eje del torneo, eso está claro. Pero con la inversión (cerca de tres millones de dólares) lo menos que esperábamos era una articulación entre espectáculo, emoción y sentido de pertenencia. Cono no se logró ninguno la culpa se la reparten entre empresarios, técnicos y creativos. Sin duda la percepción en Barranquilla es distinta, pero los que la vimos en TV solo notamos el homenaje a la costa Caribe como el eje del show, y del resto, una desafortunada combinación de desorden coreográfico y nula dirección de cámaras. Si en lo que vimos el pasado viernes se reducen nuestras aspiraciones de figurar en el escenario internacional, ya podemos hablar de lo que llaman en las redes sociales «el carrusel de la inauguración».
Ahora veamos esto
Una producción como esta ¿merece una continuación? Hoy se anuncia el inicio de las grabaciones de una secuela de este hito televisivo, lo que a mi parecer es una completa infamia, así como una baladronada. Acá no hay derecho al beneficio de la duda. La Mujer del Presidente rompió esquemas en lo técnico e interpretativo y se atrevió a contarnos en clave thriller los absurdos del sistema judicial colombiano y el infierno de las cárceles. Peor que su remake es continuar un argumento redondo en su conclusión ¿Ahora quién se muere? ¿Qué presidente nos resultará una ‘joyita’? El mismo plot me resultaría vomitivo. ¿Carlos Alberto Buendía se convierte en investigador privado? ¿Resucitará el capitán Escobar por cuenta del vudú?
Señores de Caracol TV. Preserven el recuerdo de uno de los mejores documentos audiovisuales de nuestro país en vez de arruinar lo poco que les queda de credibilidad y éxito con una segunda parte inmerecida e injustificada.
Finalmente no queda más que mencionar el abrupto final de La Bruja.
La arriesgada puesta en escena de una de las obras periodísticas que reveló detalles inéditos de los orígenes del narcotráfico en Colombia tendrá una despedida de quinta, tras el frío recibimiento por parte del público. Sin duda alguna, más allá de que la juzguemos por su calidad, el principal error fue jugarse esta carta en vísperas de una temporada deportiva como nunca antes la habíamos visto en el país.
La Bruja se diluyó en los afanes del rating, cediendo su espacio para favorecer el gusto por el fútbol, o en ocasiones, el mal gusto por otro tipo de transmisiones. Lo que pudo suponer una renovación del género se limitó a cumplir con lo pactado y a despedirse en silencio sin dar mayores explicaciones.
De nuevo, señores de Caracol TV: puede ser que el formato sufra todos los embates posibles, pero apostar por una historia como esta en una época como la de ahora fue la peor decisión de este año. Tendrán apenas cuatro meses para tratar de recobrarse, pero maltratar de ese modo a las producciones nacionales es un claro síntoma de desesperación comercial y una ofensa tanto al público como a los que intervienen en su creación.
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