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No, no se abrieron las puertas del infierno ni son seis gatos en apareo. Es Amparo Grisales, la eterna diva para gusto y disgusto de muchos colombianos que hemos crecido con su presencia (por más que ella se jure de 40 años) Con este trabajo musical publicado a mediados de los noventa, colgándole como espada de Damocles cada vez que emite un juicio en el concurso de Caracol «Yo me llamo», parecería que no cuenta con el mejor criterio para descalificar a la gente que asistió religiosamente a la convocatoria. Pero ahí está. Y su presencia es una de las razones del inusitado éxito del canal azul tras una larga racha de desatinos.
Vamos por partes. ¿Realmente Amparito es garantía de éxito? A su favor están las producciones que marcaron un hito en la televisión nacional. Desde El Gallo de Oro, Los Pecados de Inés de Hinojosa o En Cuerpo Ajeno, hasta Las Muñecas de la Mafía, su calidad histriónica ha estado al servicio de éxitos televisivos. Si bien no todo es color de rosa (en el cine es más bien irregular) su sola presencia como invitada a algún show causa conmoción así sea instantánea. Unamos a su figuración mediática  ese carácter dominante y altivo -que por momentos fastidia- como claves de su vigencia, al tiempo que mantiene intactos los amores u odios que desata cuando expresa su manera de ver la vida.
Quizá no evoque a una estrella de Hollywood. Ni recuerde a alguna imperturbable belleza europea de todos los tiempos. Su asociación inmediata es con pactos satánicos para conservar (disimular) su verdadera apariencia, su semejanza con toda clase de brujas de cuentos de hadas, momias o vampiros (me divierte cuando la comparan con el propio Mun-ra de Thundercats) son parte de la colección de denuestos con que la hemos calificado. Y como pasa también, dichas reacciones la confirman en su calidad de estrella. 
Es así que noche a noche integra un jurado disímil en uno de los concursos que menos en serio se han tomado los participantes ¿Es imitación (entendida como admiración total a un artista al punto de calcar su voz y expresiones) o franca payasada? Que pasemos un mes burlándonos de otros no sé que aporta a la convivencia y construcción de valores tan cacareado por lo dueños de la TV privada, pues es algo que cotidianamente hacemos y para nada constituye una estrategia válida de respeto a la diferencia o a la dignidad humana.
En esa medida veo como único efecto en la emisión de este programa más que el de reunir a la familia en torno al «despelleje», la crítica mordaz, el escarnio en su máxima expresión. Y ese es justamente el verdadero motivo por el cual fue llamada la Grisales: si ella despierta tantas pasiones encontradas, que sea ella misma quien cobre un poco de venganza hacia los han denigrado de su personalidad, y al mismo tiempo provoque la ira o el encanto del televidente ante sus «concienzudas» observaciones. Esa es la señal del rating esquivo para el canal del molusco. Amparo, la salvadora, crucifica al pueblo para obtener beneficios. Y ella, consciente, hace parte del mismo caldero.
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juanchopara@gmail.com 

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