Los balances suelen ser, de acuerdo a quien los hace, una rienda suelta de desmanes, burlas y chistes flojos sobre lo «mejor» y lo «peor» en cualquier aspecto de la vida humana.
Como nada es absoluto en cuestión de pareceres (salvo que uno cobre más de 20.000 dólares mensuales por hacer de su juicio una verdad revelada) simplemente reuní comentarios de colegas en televisión, diarios y revistas para aproximarme no tanto a lo que salió bien o mal este año 2011 sino a lo que no debería pasar en el bisiesto que se avecina.
1.
1. Menos realities: Independientemente del éxito que generen, por tratarse de un formato que «refresca» la pantalla, los realities de talentos se convirtieron en la solución más obvia frente al declive de buenas historias en la pantalla chica. Falaces e ingenuos argumentos del tipo «unen a las familias» o «transmiten valores de superación» sólo se lo creen los ejecutivos de marketing de los canales. El año que viene se proyecta un duelo de rating para ver cuál de las dos propuestas, a saber, la segunda versión de Yo me llamo en Caracol, o Colombia tiene talento de RCN (formato comprado de la franquicia ______Got Talent ) despertarán el consecutivo morbo de la teleaudiencia o el zapping hacia alternativas decorosamente mejor producidas pero que parten del mismo principio: si no has hecho nada con tu vida: ¡sal en la tele!
2. Mejores series: La televisión latinoamericana vive un extraño panorama: grandes casas productoras estadounidenses como FOX y Sony, caracterizadas por la generación de productos exclusivos en sus países de origen, apuestan peligrosamente en nuestra región con géneros, formatos y formas de producción que no son nada consecuentes con los contextos locales, y por consiguiente, protagonizan auténticos patinazos. Una serie como Infiltrados, emitida durante mes y medio, merecía un trato diferente al que tuvo en pantalla. La nueva «franja maldita» -de las 11:00 p.m. en adelante- no puede ser más el nicho para proyectos fallidos. Otras «series» como La Bruja se contagiaron de un vicio tan peligroso como el anterior y es el de recrear una compleja historia como la de Germán Castro Caycedo en el formato y forma de emisión equivocadas. Propongo volver a las franjas especiales de los domingos en la noche para darle espacio a series de calidad sin que se vean sometidas al maltrato del rating diario. Argentina y Chile lo hacen con éxito en la actualidad.
3. Sean serios con las «temporadas» El abuso de la fórmula de «temporada» personalmente me saturó hasta el paroxismo. Si es o no una tendencia a la que se dirigía la industria local es un asunto que los expertos deben debatir, pero casos tan aberrantes como el de «A mano Limpia» que, tras emitir más de 150 capítulos seguidos en formato telenovela, es editada abruptamente para anunciar una segunda temporada parece una idea digna de la más abominable mente empresarial jamás conocida. Igual pasa con las comedias, pues emitir «El Man es Germán» en tres temporadas durante un mismo año se convierte en otro absurdo inexplicable.
4. ¿Se acabaron las telenovelas? Para mi gusto, ninguna telenovela colombiana del 2011 se destacó con méritos. Dentro de los cánones del género y las variaciones dadas al mismo en nuestro país, historias como El Joe no pasan de ser un controvertido homenaje, los remakes como Primera Dama y Traicionera verdaderos productos de relleno y El Secretario, la telebobada caracolera que nos sabemos de memoria. El 2012 tendrá la misión de devolvernos la fe en las producciones nacionales o echar mano de You Tube para encontrar cosas que valgan la pena. ¡Ah! ojalá sin tanta sobreexposición de ambientes costeros (con respeto a la gente de la costa Caribe)
5. Respeto a los horarios. ¡Qué puedo decir! La fidelidad es sinónimo de éxito. Además, aunque podamos hacerlo, es malo para el cuerpo humano comer a deshoras. Con la televisión no se puede jugar a las adivinanzas. Si productos como el Factor XS terminaron a las 10:00 de la noche (siendo apto para niños) o Correo de Inocentes sobrevive a gatas en la franja maldita, entonces lo menos que puede pedirse es coherencia y claridad frente al público que se programa para disfrutar de sus programas favoritos.
6. Más apoyo a la televisión cultural y regional: Quizás no soy el mejor defensor de este tipo de realizaciones, empezando por la oferta de Señal Colombia, pero en uno que otro caso existen opciones de eduentretenimiento hechas con calidad y para todos los gustos. El apoyo estaría dado más por nuestro interés como televidentes en buscarlas, comentarlas y difundirlas adecuadamente, así sea por la razón más sencilla de todas: también son el fruto de nuestros impuestos.
Que este 2012 no sea un fin sino el comienzo de una mejor época para todos y todas.
@juanchoparada
juanchopara@gmail.com