Suficiente. Colombia busca la paz pero es buena imitando, haciendo el ridículo y tomando del pelo. Nuestra identidad está determinada por una tendencia a la exposición, a saborear el riesgo sin medir consecuencias. Somos una nación impulsiva, temeraria y, sin duda, con muchos problemas de comprensión de lectura.
Ahora hacemos la televisión más fácil del mundo: nosotros somos el drama y el humor. La ilusión de resolver la vida de la noche a la mañana es el germen para los shows que desde hoy compiten por el rating. Pero ¿tenemos talento? ¿Cómo nos queremos llamar?
Vamos por partes:
1) Ambos realities NO SON formatos nuestros. De hecho prácticamente ningún de estos formatos producido por los canales privados han nacido de la mente criolla (El desafío fue rizar el rizo). Compramos formatos (como pasa con novelas, insólito) para añadirles el ADN  de nuestra colombianidad. Pero ¡también vemos American Idol! Entonces acá la novedad no es buscar talento ni un doble exacto.
2) Los dos realities recorren el país convocando audiciones. ¿Deberían ser multitudinarias? ¿Luego el desempleo no está bajando?
3) Lo más patético de ambos: solazarse en el ridículo de presentaciones para «divertir a la familia» con la teoría que somos tan buenos para hacer reír como lo hacemos para llorar. La crítica es destrucción, pero también la ignorancia es atrevida. ¿Es un prodigio escupir agua? ¿Cantar desafinadamente? La gente asiste como bobos útiles y los cinco minutos de fama se los deben a la maniquea conveniencia de editores y realizadores.
4) Los jurados: libreteados o no, con o sin roles, dejan en un segundo plano la autenticidad y el conocimiento. El show exige autoridades que juzguen el valor de los actos presentados en tarima por lo que no encontraremos profesores de canto o actuación sino, en su mayoría, estrellas que se las saben todas. La colección de frases de cajón mezcladas con uno que otro tecnisismo pretende vendernos opiniones sólidas: «me conectas» «el color de la voz» «te falta fuerza» «tienes la actitud» y a la larga es hipocresía.
La televisión aún brinda una oportunidad de oro para ganar reconocimiento. Pero, señores de Caracol y RCN, en eso You Tube les tomó la delantera y nos ofrece a diario videos de perfectos desconocidos que no se gastan horas enteras en asistir a sus convocatorias. Les basta su ánimo para subir lo que sea y entretener a desocupados como yo. En esa medida, mi opción es encender el computador.
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