Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Para mí es fundamental: un primer capítulo en televisión es suficiente para seguir o abandonar una serie. Es como el primer bocado de una comida: lo que huele, el sabor, si es salado o dulce, si lo masticas o lo tragas…o lo escupes. Antes de mi crítica a Escobar, quise empezar con algunos ejemplos de primeros capítulos de series para que vean a lo que me refiero.

 

El inicio de Dexter, de la cadena Showtime, es de los mejores que he visto: lo suelta todo desde la primera escena. No se anda con cuentos ni se reserva nada. La presentación de su protagonista es impecable, con un humor negro que matiza la crudeza de su peculiar manera de hacer justicia.

 

 

¿Y qué decir de ésta? Nunca los primeros minutos de una serie habían comprimido altas dosis de suspenso y misterio. Lost es otro ejemplo de producciones de las que hablas todo el tiempo por lo que definen desde su portada.

 

Olviden A Corazón Abierto. Grey’s Anatomy conserva el favoritismo del público estadounidense. Diálogos chispeantes mezclados con el drama médico y personal fueron parte del secreto que aún cautiva a la audiencia a pesar de sus altibajos.

 

¿Quieren personajes reales? Acá están The Kennedys. Con toda la controversia por delante y la fría recepción del inicio, está acá por la forma como toma partido de los hechos históricos para contextualizarnos sobre la figura de John F. Kennedy

 

 

Ya en orillas latinas, la interesante Capadocia, producida por HBO en México (con ese padrino no puedes pedir más) da cátedra de estilo al plantear no solo las infamias de un sistema de justicia o carcelario, sino las historias individuales de las mujeres que conviven, muy a su pesar, en medio del caos.

Con estos precedentes (entre muchos más que pueden comentarme) el balance que hago sobre Escobar, el patrón del mal, serie de Caracol TV estrenada este lunes 28 de mayo, es ambiguo: por muy bien producido y actuado que parece, me sentí frente a un documental de la National Geographic. Las imágenes del inicio del capítulo (el bombazo a El Espectador, el avión de Avianca) son imágenes reales, con lo que el relato planteado desde los últimos momentos de vida del capo se me partió con ese detalle. Revisitar los hechos desde la dramaturgia cuesta trabajo, pero hace parte del quehacer creativo, y no me están contando nada con esas alusiones reales. Aunque subrayen el carácter malvado del protagonista, como recurso deja mucho que desear pues es físico relleno de edición.

De un salto vamos a 1959 cuando nos muestran a un Escobar niño (excelente elección  la de Hernán Mauricio Ocampo, el protagonista de Los Colores de la Montaña) desvalido frente a sus hermano y primo al tratar de cruzar un puente. Ahí sí se nota la mano del director Carlos Moreno. Los pasajes de la infancia de Escobar son lo mejor del primer capítulo y lamento que no se hubieran extendido más, pues daba mucho juego la relación familiar junto con el contexto histórico de la época. La cuidadosa ambientación y la fotografía contribuyen a esbozar al pequeño Pablo como un heredero de la filosofía del todo vale y del «avispamiento» criollo. Hernán Méndez, nuestro comedido cuatrero acá es el padre del mostruo en gestación, pero la que brilla es Linda Lucía Callejas (la estigmatizada Lucerito) quien representa a Enelia Gaviria con toda la impronta de las matronas paisas. La musicalización es acertada en los angustiosos momentos de la balacera y queda clara la importancia de la religiosidad desde los primeros años de vida del capo.

No obstante, el frenetismo por llegar a su etapa adulta nos adelanta en el tiempo a los setenta, con un Escobar joven, en donde la caracterización pierde fuerza. Y ese tono documentaloide regresa, como si no quisiera que las imágenes hablaran por sí solas. Todo se torna por momentos teatralizado (las escenas del cumpleaños son fatales) y las motivaciones de Escobar para tomar el camino fácil son pueriles (suponiendo que sean las correctas)

Pero de nuevo la serie levanta su nariz con los inicios de Escobar en el contrabando y la escena de la gallera con la presentación de Graciela, la pintoresca madame interpretada por Luces Velásquez. De ese modo se terminan de esbozar los orígenes del mal, muy correcto para mi gusto, que espero corra más riesgos en su etapa adulta.

En televisión otros colegas requieren más tiempo para darle el visto bueno a la serie. Creo que una hora y cinco minutos son suficiente gesto de atención frente a una narración que nos propone algo, bien sea para incomodarnos en el sillón o para cambiar el canal. ¿Cuál es su reacción frente a esta serie? ¿Recuerda un primer capítulo impactante de alguna producción de ese estilo? (excusando a La Mujer del Presidente, que de lejos es la mejor serie colombiana)

juanchopara@gmail.com

@juanchoparada en Twitter

Compartir post